jueves, 31 de agosto de 2017

Fiestas de San Agatón en Mamatoco • Origen y rito

Por: Wilfredo Padilla Pinedo, Licenciado en Ciencias Sociales de la Universidad del Magdalena 1995. Maestrante en Historia de la Universidad del Atlántico. Docente Catedrático Universidad del Magdalena.

Panorámica de la aldea de San Jerónimo de Mamatoco, cuna de las fiestas de San Agatón. Cronología de la fotografía, año 1903.[1]

Mamatoco – Santa Marta - Colombia.
En la actualidad Mamatoco, es un barrio, cabecera de la comuna de su mismo nombre, que hace parte de la Localidad No 1. Cultural Tayrona – San Pedro Alejandrino en el Distrito Turístico Cultural e Histórico de Santa Marta, Capital del Departamento del Magdalena – Colombia. Mamatoco se encuentra en las coordenadas: Latitud: 11.2333 – Longitud: -74.1667. El origen prehispánico de Mamatoco, lo hace al igual que a otros asentamientos con pasado indígena, mucho más antiguo que Santa Marta, ciudad española considerada entre las más antiguas de América (1525). Los antiguos habitantes de Mamatoco, fueron registrados por las crónicas y documentos históricos, con el mismo nombre que el lugar (Mamatoco). El primer español que divisó este poblado fue Pedrarias Dávila, el 14 de junio de 1514, como resultado de la exploración hecha al interior de la bahía de Santa Marta, y de la toma de posesión de su gobernación en Castilla de Oro.  


Origen de las fiestas de San Agatón.
Las fiestas de San Agatón en Mamatoco, se constituyen en un verdadero ritual donde se mantienen vivas tradiciones y creencias religiosas ancestrales, producto de un conveniente sincretismo cultural entre los nativos objetos de conquista, dominación y aculturación, y el europeo, opresor e impositor de nuevas costumbres y creencias, que además introdujo el elemento negro, traído del África, cargado de sus conocimientos, costumbres, dioses e imaginarios, para ser implantados en la América colonial, y fundirse con los elementos raciales y culturales ya existentes.

El origen de la fiesta de San Agatón, esta íntimamente ligado al fenómeno del sincretismo cultural en el pueblo de Mamatoco, donde las condiciones históricas, crearon un escenario ideal para su temprana configuración. Mamatoco, como asentamiento existe desde antes que Cristóbal Colón, descubriera el continente Americano, su territorio con el tiempo se convirtió bajo el dominio español en resguardo indígena[2] y aunque la fecha de su asignación se desconoce, sabemos que desde 1771, el insaciable apetito de tierras de los españoles, los llevó a invadirlo. El testimonio lo debemos a su cura doctrinero Miguel de Solera, perteneciente a la orden de los Franciscanos, quien inició un litigio contra, el contador de la real hacienda de Santa Marta, por tener un hato de ganado dentro del territorio de los naturales de su curato, y contra el deán Francisco Muñoz Castellano, que de la misma forma incurría en la violación de la ley ocho y nueve, título tres, libro cuarto, de la Recopilación, que fijaba en una legua[3] el territorio del resguardo, al  poseer dentro de éste, una hacienda llamada San Pedro Alejandrino,[4] este hecho histórico nos ayuda a sustentar la idea que venimos manejando, pues, es precisamente la Hacienda San Pedro Alejandrino, famosa por ser el lugar donde el Libertador Simón Bolívar murió, la que propició que florecieran de manera temprana los contactos culturales entre los naturales de Mamatoco, y los negros esclavos, que laboraban en la hacienda, vinculados a actividades de siembra de caña de azúcar y de procesamiento de ésta, para la producción de panela y licor.





Plano de la Quinta de San Pedro Alejandrino y terrenos de la aldea de Mamatoco,[5] levantado a raíz de un litigio por tierras entre los naturales, y el dueño de la hacienda San Pedro Alejandrino, Joaquín de Mier, en el año de 1872.[6]




Trapiche de caña de azúcar, Rosa de Andrés Núñez en Mamatoco, Abril 14 de 1844.[7]




La relación histórica, de los negros esclavos que cultivaban caña de azúcar en la Hacienda San Pedro Alejandrino y los naturales de Mamatoco, se evidencian en el mito de la aparición del Santo Agatón en el pueblo. La señora Rufina Cabrera Martínez, de 85 años de edad, recuerda lo que en su momento los mayores le contaron al respecto, “El Santo apareció en un cañaduzal en los alrededores del pueblo, mientras los peones cortaban la caña. Era un santo pequeñito, de madera, moreno, de cabello liso negro, como un indio, con sombrero y mochila terciada y en ella llevaba una botella de ron, dicen que fue creciendo hasta quedar del tamaño en que finalmente lo conocí, tenía las vestiduras talladas, eran las de un fraile franciscano, luego de encontrarlo, fue llevado a la iglesia. Este santo no es el mismo que hoy tenemos, el original lo desapareció el cura Luís García Benítez, siendo sacristán Tomás Peña. El santo que hoy hay en la iglesia, es San Francisco de Asís, que fue donado a la iglesia San Francisco inicialmente, pero por la desaparición de San Agatón, Remedio de Armas, lo donó a la Iglesia de Mamatoco, para remplazar al que se llevaron”. [8]

La descripción que hace la señora Rufina, del Santo Agatón, nos hace dibujar la imagen de un mestizo, los rasgos cabello liso de color negro, y el atuendo de la mochila, hacen alusión a su parte aborigen y su piel morena, así como el atuendo del sombrero y la botella de ron, evocan a los negros o peones de las fincas productoras de caña, que rodeaban a Mamatoco, y las vestiduras de habito franciscano, lo enlazan con sus evangelizadores españoles. El mito de la aparición del Santo Agatón, en el pueblo de Mamatoco, asociado a un cultivo de caña de azúcar, resulta interesante toda vez, que podría apuntar hacia la cronología de la introducción del santo o al inicio de las festividades. Y si nos atenemos a que la Hacienda San Pedro Alejandrino, fue fundada dentro del territorio de los Mamatoco, a principios del siglo XVII, por el deán Francisco Godoy y Cortesía,[9] y que el uso de sus tierras fue casi exclusivo para el cultivo de la caña de azúcar, bien podríamos considerar que el origen de las fiestas se remontan, a la primera mitad del siglo XVII.


Acuarela de un indígena del pueblo de Bonda, 1845.[10]
Nótese el parecido con la descripción que la señora Rufina Cabrera, hace del San Agatón de Madera. “cabellos liso, negro, como el de un indio, usa sombrero y mochila terciada”.


La importancia de San Agatón, como principal deidad de los Mamatoco, se manifiesta en el censo del año 1743, levantado por don Joseph Leonardo del Villar, en virtud de la comisión conferida por el gobernador y comandante general de la ciudad y provincia de Santa Marta, Juan de Aristegui y Avilés, donde varios indígenas aparecen referenciados con el nombre o apellido Agatón, así: Miguel J. Agatón, de edad de 12 años, Juan Antonio Agatón de 21 años, Francisco Joseph Agatón, de 19 años, Gabriel Agatón, de 10 años, Alexos Agatón, de 9 años, y en el pueblo de Santa Cruz de Masinga, encontramos a Joseph Agatón Pérez de 8 años 4 meses de edad. [11] La relación de los nombres de los indígenas con sus edades, nos hablan de lo importante que es para los pobladores de Mamatoco, la figura religiosa de Agatón, en la primera mitad del siglo XVIII, lo que sigue apuntando a que los inicios de las fiestas o la introducción del santo al pueblo, pudo ser en el siglo XVII, vale la pena señalar aquí, que aunque Agatón, no es el patrono oficial que la iglesia contempla para éste pueblo, por serlo San Jerónimo, sólo un indígena lleva este nombre o apellido, Miguel Jerónimo de 10 años de edad, lo que demuestra la jerarquía de San Agatón sobre San Jerónimo en el panteón de lo sagrado para los Mamatoco. En otras palabras los habitantes del pueblo tenían un patrono, con el cual se identificaban religiosamente, (San Agatón), mientras la iglesia católica, tenía otro, de carácter oficial (San Jerónimo), que es el que aparece antecediendo al nombre del pueblo en los documentos históricos, (San Jerónimo de Mamatoco).  

La señora Rufina Cabrera, señala varios elementos de la iconografía del Santo Agatón, como las vestiduras de un fraile franciscano, talladas en el cuerpo de madera del santo, lo que nos obliga a indagar acerca de las órdenes religiosas que pudieran tener alguna ingerencia catequizadora en Mamatoco. Al parecer las labores de evangelización en Santa Marta, primero estuvieron a cargo de los dominicos, desde el año de 1529, hubo autorización del rey para que veinte de éstos viniesen a Santa Marta, como efectivamente sucedió, iniciándose la catequización de los indios que se habían conquistado[12], Fr. Tomás Ortiz, sería nombrado primer obispo de Santa Marta, en 1531, y aunque no logró consagrarse, hizo el primer repartimiento de los pueblos reducidos, a los religiosos de su orden, con lo que empezó su labor de destruir “ídolos, adoratorios, y gentílicos ritos, en que los indios vivían obstinados, y exterminando el infernal vicio de la sodomía”.[13] Pese a ser los dominicos, la primera orden religiosa en Santa Marta, no existen pruebas documentales que nos indiquen que haya tenido presencia en Mamatoco.

Por el contrario la presencia franciscana, en Santa Marta y Mamatoco, se muestra en los documentos de forma contundente. Una real cédula del 20 de noviembre de 1532, dada a García de Lerma, gobernador de Santa Marta, donde se le comunica el próximo viaje de religiosos franciscanos para el monasterio,[14] hace suponer la presencia de esta orden en Santa Marta a partir de la fecha, de igual forma la cédula expedida por la reina el 28 de enero del siguiente año de 1533, dirigida al provincial de la orden de San Francisco de Andalucía, nos hace inferir la presencia franciscana en Santa Marta, en esta cédula, la reina expone el caso del licenciado Alfonso de Tobes, que había sido nombrado por el rey, para obispo de la provincia de Santa Marta, y al no haber llegado las bulas, para su consagración y necesitándose esta persona en Santa Marta, le solicita al provincial, que le dé poder a Tobes, para que haga sus veces, dando uso y ejercicio de la jurisdicción eclesiástica de su orden en la provincia de Santa Marta.[15]

El historiador Fray Gregorio Arcila, Robledo, en su obra “Apuntes históricos de la provincia franciscana de Colombia,” cita un cuadro estadístico de la provincia de los franciscanos en el Nuevo Reino de Granada, para el año de 1569, donde aparecen relacionados los conventos y sus doctrinas, tomado del historiador Ann Waddingo, en dicho cuadro ya aparece relacionado el convento de San Antonio de Santa Marta, y las doctrinas de los pueblos de Mamatoco, y Masinga, aunque mal ubicadas pues aparecen en el cuadro correspondiente a las doctrinas de Musco o Muzo[16]. Las doctrinas de Mamatoco y Masinga, más tarde serán nuevamente reasignadas a la orden franciscana en 1597, situación que sigue apuntando a dos momentos o fundaciones de los franciscanos en Santa Marta, pero que ante todo nos indica un proceso de evangelización en Mamatoco, desde época temprana, en 1569, o antes, en consonancia con la primera fundación de la orden en 1532.

Los datos encontrados sobre los franciscanos en Santa Marta, apuntan a dos momentos de fundación de ésta orden, uno a partir de 1532, y otro logrado en el año de 1597, cuando el obispo Fray Sebastián de Ocando, aprovechando que el convento de San Francisco, de la ciudad de Cartagena, se declaró pertenecer a la provincia del Nuevo Reino, solicitó se fundase en Santa Marta, convento de dicha orden, como efectivamente lo consiguió, siendo su primer guardián y fundador el P. Fr. Francisco de Ortiz de Oruño y otros religiosos, a quienes se les agregó los curatos de Mamatoco y Masinga, para asegurar su permanencia.[17] Es a partir de 1597, cuando el pueblo de Mamatoco, figurar de manera inequívoca en los documentos históricos de Santa Marta, como objeto de catequización por parte de los franciscanos, no olvidemos que Rufina Cabrera, aporta el dato de las vestiduras franciscanas, conectando de esta forma al Santo Agatón, con esta orden que desde época temprana, ejercía su influencia sobre los Mamatoco, Pero la fecha exacta de la aparición o mejor de la introducción que los franciscanos hacen de este Santo, se ignora hasta el momento, y sólo podemos suponer que dado que esta orden entró en la vida de los Mamatoco, de manera determinante a finales del siglo XVI, la introducción del Santo, pudo haber sido en la primera mitad del siglo siguiente, (XVII).   

En el año de 1630, el padre Fray Francisco Cornejo, predicador y presidente del convento de San Antonio de Santa Marta, recibió circular solemne de parte del M. R. P. Fr. Lorenzo de Luna, ministro provincial de Santa Fe de Bogotá, comunícale que, por orden del reverendísimo padre ministro general Fray Bernardino de Sena y sus asesores, toda la provincia de Santa Fe del Nuevo Reino de Granada, debía hacer informes y memorias de los religiosos, y del aprovechamiento que en las doctrinas, sujetas a dicha provincia han hecho los religiosos en la conversión de los naturales.[18] Apartes de este documento nos permitirán ver las acciones de los franciscanos en lo relacionado con las creencias religiosas de los Mamatoco.

El R. P. Fr. Juan de Leiva, uno de los sacerdotes más antiguos de la orden los franciscanos en Santa Marta, de edad de 68 años, fue uno de los primeros declarantes, informando que: “Mamatoco, Daunama, Corinca, (o Cojinca), Tamacá, son cuatro pueblos, de otra doctrina nuestra, los cuales tendrán hoy doscientos indios, y por todos tendrán 500. Estos fueron en tiempo antiguo, mucho más cantidad, habiendo sido baptizados por nuestros frailes”.[19] En otra respuesta afirma “Y que ha asistido con los dichos naturales el dicho religioso testigo espacio de treinta y cuatro años, siendo uno de los obreros de Dios que en todo este tiempo no ha sabido que ninguna otra religión haya administrado sacramentos ni menos suplido por los nuestros, así ni más ni menos clérigos u otros sacerdotes”.[20] De esta declaración podemos sacar varias conclusiones, la primera se deriva del análisis de la cronología que aporta el declarante, teniendo en cuenta que el documento citado es del año de 1630, y el Fraile, anota que viene trabajando con los naturales por espacio de 34 años, al hacer los cálculos entre estos dos datos, tenemos que se remonta al año 1596, lo que bien podría significar que es un fraile anterior a la segunda fundación de la orden. Lo segundo es que su testimonio apunta a que antes de ellos ninguna otra religión había estado en los pueblos que se les asignaron, realizando labores de evangelización, lo que explicaría la ausencia de documentos que afirmen la presencia de otra orden religiosa en Mamatoco, antes que la franciscana.

El mismo documento nos ofrece las declaraciones del padre predicador y misionero Fray Lorenzo del Hoyo, de edad de 60 años, quién afirma que “la sabe de noticia del tiempo que fue guardián del dicho convento, y que los ocho pueblos de indios, Masinga la Grande, Masinguilla, (o Masinguilla la chica), Choquencá, Mamatoco, Daunama, Corinca, Tamacá, y otro que no se sabe el nombre, han sido doctrinados, desde su principio y origen por religiosos de nuestra religión, sin intervenir otros, ningunos. El declarante ratifica el pueblo de Mamatoco, y aporta los nombres de otros, como pertenecientes al dominio religiosos de la orden franciscana.”[21]

Las pesquisas que hemos venido analizando, realizadas en el año de 1630, nos dan noticia del nombre del fraile que por esa época tenía a su cargo el curato de Mamatoco, se trata del Fraile Bautista Carrión, de edad de 24 años, quien además era cura de Tamacá, Daunama, y Curinca[22]. Las declaraciones del padre Fray Francisco Ramos, de 36 años de edad, fueron tomadas ante el tribunal de Santa Marta, en el convento de San Luis, en la cual nos informa que “dicho religioso testigo declara haberles quitado cinco ídolos en quien los dichos indios adoraban, feos y abominables, poniéndose a riesgo de muerte, por que fácilmente matan los dichos indios a los que procuran destruir sus ritos y ceremonias y quitarles sus dioses antiguos que como a tales los estiman.”[23] Estas declaraciones nos resultan muy pertinentes pues aportan datos nuca antes encontrados en cronistas, nos hablan de ídolos que adoraban los indios como a dioses, nos muestra las impresiones del fraile, describiéndolos como (feos y abominables), pero también nos hablan de la labor del fraile de quitarlos y destruirlos, y sobretodo nos dice, del miedo de muerte al hacerlo.

En el mismo sentido, el señor Cristóbal de Barrionuevo nos informa en su declaración que el padre Fray Juan Bautista Carrión, “les sacó ahora por el mes de diciembre del año de 30,[24] a los indios de Tamacá, doctrina de su jurisdicción, cuatro ídolos: el uno espantable, a semejanza del demonio, el otro un ejemplar de dos que están cometiendo el pecado nefando[25], y otras dos figuras de indio e india que por grandes idólatras adoraban como santos.”[26] Estos datos nos ofrecen mucho más detalles de los dioses de los indios, a través de la descripción que hace el fraile de los ídolos, especificando sus características 1. (Espantable, a semejanza con el demonio) 2. (Figura del acto nefando) 3. (Figura de indio a manera de Santo) 4. (Figura de india, a manera de Santo) 5. (Feos y abominables), estas percepciones que los frailes tenían de los dioses indígenas, bien pudieron llevarlos a ingeniarse una forma para alejarlos de éstos, sin poner en peligro sus vidas, al arrebatárselos a la fuerza. Queremos resaltar aquí en especial, el hallazgo de la adoración o veneración de figuras humanas, hombre o mujer, claro está, que estas debieron tener sus rasgos físicos, siendo una representación de ellos mismos, por lo que muy seguramente no se sentían identificados con los santos católicos, que los curas llevaban a sus iglesias, los cuales poseían características físicas diferentes a las suyas e iguales a las de sus opresores.

La evangelización de los indígenas de Mamatoco y en general de los naturales de la provincia de Santa Marta, no debió ser tarea fácil “las dificultades dice Ramos, son mayores tratándose de los nuevamente misionados, pues les choca infinito asistir a la doctrina, rezar, oír sermón, y así, para lograr su conversión se tienen que valer, como dice lo hizo el declarante, de trazas ingeniosas y de maternal dulzura”.[27] No es atrevido asegurar que tal vez, una de estas “trazas ingeniosas,” de las que habla el padre franciscano Francisco Ramos, misionero del pueblo de Masinga, alrededor del año 1629, pudo dar origen a la ingeniosa idea de la creación de un santo tan particular como Agatón, por iniciativa individual de un fraile o por estratagema de la misma orden religiosa, lo cierto es que la creación de un santo de las características de Agatón, podían facilitar las labores de evangelización, aprovechado la costumbre que tenían los indígenas de adorar figuras humanas, que de alguna manera los representaban.

En este orden de ideas, creemos que los franciscanos, hicieron un santo que físicamente se pareciera a los naturales de Mamatoco, claro está, ya mezclados desde temprana época, con negros, características físicas que  se pueden leer en la imagen del Santo de Madera, desaparecido, (cabello liso negro, usando como atuendo mochila terciada, o canastilla de paja) son condiciones propias de los indígenas, (piel morena, usando de atuendos, sombrero y botella de ron). Son características de los negros esclavos, ya mezclados racialmente, identificables como zambos, o hasta mestizos si nos alejamos de la rigurosidad de esta clasificación racial, dedicados al cultivo de caña en los alrededores de Mamatoco. De igual manera se evidencia la influencia negra en el día que se escogió para celebrar estas fiestas, mismo que nada tiene que ver con la forma como la iglesia ve a San Agatón, pues en el santoral, estas fiestas se celebran el 10 de enero, mientras que en Mamatoco, coinciden con los carnavales, donde San Agatón comparte el panteón con dioses, como Baco, Arlequín, y Momo. Pero idear la confección de un santo, que representara a los naturales, y sirviera de vinculo de identidad para éstos, corría el riesgo de acentuarles la idolatría, al estimular su propia adoración, y por el contrario el santo debía simbolizar la sumisión religiosa, así que, para ello lo vestirían con los atuendos de la orden de los franciscanos, (túnica y cordón), misma a la que debían los indígenas mostrar respeto y autoridad religiosa, así tendríamos una nueva deidad o híbrido entre los dioses indígenas, negros, y los Santos católicos, con lo cual los naturales de Mamatoco, se verían reflejados en él, y las labores de evangelización se harían mucho más fáciles, pero para que fuese completa la obra, el encuentro de la nueva deidad (San Agatón) con sus potenciales idolatras, debía ser místico y casual, y que más oportuno, que dejarlo en un sitio donde obligatoriamente sería encontrado, el lugar de las faenas agrícolas, en este caso posiblemente un cañadulzal, o según otra versión la orilla del Río Manzanares, después de una creciente[28]. Pero por supuesto todas estas son conjeturas y no existen mayores pruebas documentales, que las que hemos aportado para llegar a esta hipótesis, dejamos al lector la libertad de asumirlas como una posibilidad o refutarlas según se aporten nuevos datos a la discusión.


Desaparición del Santo Agatón.

Por el momento hemos analizado el posible origen del Santo Agatón, desde lo mítico, hasta lo históricamente comprobable, ahora examinaremos los hechos de su desaparición, apoyándonos en algunos testimonios de fuente oral, recogidos por el profesor Roque Campo y Gilberto Mendoza, en una monografía titulada “Mamatoco, historia oculta de una comunidad olvidada,” los testimonios allí consignados tienen gran valor para nuestra investigación, pues aportan información de testigos presénciales de los hechos, que hoy sería imposible obtener de otra manera, pues la mayoría de ellos ya han desaparecido. Sobre la perdida del Santo Agatón, señala el señor Bienvenido Peña “era por cierto un viernes que caía un fuerte aguacero; el sacristán Tomás Peña tuvo que ver con eso, por que él tenía la iglesia bajo su cuidado y fue así como vino un carro y se llevaron los dos santos”.[29] En el mismo sentido Humberto Avendaño, aporta otros elementos, “yo estaba muy joven cuando eso sucedió, pero sí recuerdo que fue un viernes del mes de octubre y que eran de las dos a las tres de la tarde y caía sobre Mamatoco, un torrencial aguacero y llegó un carro de color negro de Santa Marta; aprovechando el aguacero se lo llevaron”.[30] Estas declaraciones son muy dicientes acerca de la manera como desapareció el Santo Agatón de la iglesia de Mamatoco, pero hasta el momento no hay claridad de los autores intelectuales de tal hecho, y mucho menos del motivo que tuvieron.

El San Agatón, que desapareció de Mamatoco.

El señor Humberto Avendaño Candelario, aporta información que apuntan hacia los autores de la desaparición del santo, “En cuanto a la desaparición de los santos[31] a mí me parece una cosa; el obispo y el padre Luis no podían tener el derecho, de decidir por la suerte de los santos, a pesar de que ellos eran de la iglesia; pero considero que hay que respetar la historia del pueblo y sus creencias”.[32] En el mismo sentido dice Bienvenido, “La decisión del cambio de los santos debió ser del obispo”.[33]  Las declaraciones comprometen a dos personas en la desaparición del Santo Agatón, el obispo de Santa Marta, Joaquín García Benítez, quien se posesionó en su cargo, el 19 de Marzo de 1918,[34] y el cura de Mamatoco, Luís García Benítez, al parecer hermano del obispo, y conocido por ser el autor del libro “Reseña Histórica de los obispos que han regentado la Diócesis de Santa Marta”. En el boletín eclesiástico encontramos lo dispuesto por la iglesia para casos de cambio de imágenes “para poder cambiar la imagen principal de un altar por otra, es necesario el permiso del obispo, y si fuese la del titular de un altar fijo, se necesita indulto apostólico”,[35] de lo que se colige, que la substracción de los santos, Jerónimo, titular del pueblo de Mamatoco, y Agatón, patrono por antonomasia de los pobladores, se hizo por orden del obispo, y el cura fue el ejecutor de tal orden, quedando así, por resolver los móviles que indujeron al obispo a tomar tal decisión.

Creemos que las declaraciones de Moisés Candelario, nos pueden ayudar a aclarar la causa de los hechos que condujeron a la desaparición de los santos en Mamatoco, “Con relación a San Agatón hubo aquí un problema, en el sentido del robo de los santos y el pueblo estaba un poco rebelde y para unas fiestas la gente llevaba la procesión, por una de las calles y para demorarla no caminaban lo normal... caminaban dos pasos hacia adelante y regresaban uno... y cuando pasaban por el lado de la playita fue cuando se presentó el accidente y fue cuando el cura se disgustó por la demora y dijo que iba a dejar sola la procesión en la calle, por que ya era muy tarde; entonces la gente le dijo que se fuera y el cura arrancó a correr: la gente lo cogió y le dio una paliza que lo dejaron por muerto; más tarde se supo que el padre murió y por eso a Mamatoco se le conoce como “mata cura”, y después de esto fue cuando se robaron los santos; al poco tiempo del accidente del cura en la procesión, nombraron al padre Luis y desde un comienzo en sus predicas empezó a echarles pullitas al pueblo y lo culpabilizaba de la muerte del padre”.[36]

Rafael Núñez, nos dice que al cura no le pegaron, sino que se le pisó la sotana, en medio de su carrera por abandonar la procesión, y que producto de esto, su cara fue a dar contra el suelo, haciéndose heridas, lo que originó que el pueblo de Mamatoco, fuera excomulgado. De lo sucedido en la procesión de San Agatón, creemos que es lo suficientemente diciente, como para asegurar que el motivo que tuvo el señor obispo Joaquín García Benítez y el cura Luís, para desaparecer el santo Agatón de la iglesia de Mamatoco, fue el ánimo de acabar con las particulares formas de celebrar este rito de procesión, donde se avanza muy poco, y a paso lento, gracias a su especial característica de dar varios pasos hacia a delante y unos pocos hacia a tras, de manera continua, hasta retornar a la iglesia. Lo que, en el caso descrito por nuestros informantes, terminó por desesperar al cura, que se enfrentó al pueblo, resultando agredido. En cierta forma el robo de los patronos de Mamatoco, San Agatón y San Jerónimo, puede tomarse como una venganza, por parte del señor obispo, Joaquín García Benítez, para de alguna manera cobrarle lo sucedido a su párroco en ese pueblo.

Vale la pena anotar aquí, que aún la desaparición del Santo Agatón, y su posterior reemplazo, no logró en manera alguna acabar con la forma en que se había venido desarrollando el rito de la procesión, y en contraposición cada año toma nuevos matices, que en todo caso se alejan de las pretensiones de la iglesia.   

               
Retrato del señor Obispo Joaquín García Benítez.


El anhelo del retorno de San Agatón.

La desaparición del Santo Agatón, creó gran revuelo entre los moradores de Mamatoco, y las acciones no se hicieron esperar, al respecto nos cuenta Bienvenido, “nos reunimos y decidimos mandar una comisión a donde el señor obispo para que nos trajeran los santos por que el pueblo se esta acabando; fui yo, Luis Rodríguez, Urbano Candelario, Andrés Tejada y encontramos al obispo y le contamos todo lo que estaba pasando en Mamatoco y nos dijo: ¿quién les dijo a ustedes que ese es San Agatón? Ese es San Francisco; ustedes tienen  una creencia muy vana, ustedes creen que es posible, y sacó el retrato de su mamá, que yo baje ahora esas escaleras y yo me valla a caer y mi mamá evite que yo me caiga de las escaleras; no señor¡ déjense de eso¡. Entonces yo les dije a los demás: vamos si nos pone esa comparación con su propia mamá, que podemos esperar”.[37]

Las acciones desesperadas de los pobladores de Mamatoco, por recuperar el Santo Agatón, no surtieron ningún resultado, y desde entonces guardan las esperanzas de que este vuelva, el anhelo de volver a ver el santo fue tan fuerte como alucinante, dando origen a historias fantásticas entre los moradores, La señora Rufina, recuerda que alguien le contó, que en el cerro del cementerio, donde hoy está el acueducto de la ciudad,  al hijo de Tomás Peña, antiguo sacristán de Mamatoco, que estaba pastoreando el ganado, se le apareció un indiecito, San Agatón, por que él es vivo¡, y que le había dicho al muchacho que quería que lo regresaran a su capilla, y que su padre Tomás, no le había creído[38]. La señora Carolina Cabrera, nos comentó que ella había escuchado de los mayores, que luego que el cura se fue de Mamatoco, fue victima de una enfermedad de artritis, que manos y pies se le entumieron y que el santo se le aparecía pidiéndole que lo regresara a su capilla, a cambio de curarlo[39].  Una historia parecida cuenta Bienvenido, “dicen que al poco tiempo de haberse ido el padre Luis de aquí, le cayó un hongo en los dedos que le iba caminando por la piel; dicen que fue castigo de San Agatón”.[40]

Hoy día, los habitantes de Mamatoco, siguen guardando las esperanzas de recuperar el santo perdido, la señora Rufina, nos contaba que hubo un tiempo en que creían que era el de la iglesia de Taganga, donde también hay un Agatón, y no faltó el que quisiera ir atraerlo de vuelta, pero al final nadie lo hizo, los Tagangueros estaban pendientes, y después la gente entendió que eran dos iguales[41]. Respecto de esto, se le preguntó al señor  José Isabel, del pueblo de Taganga, y nos dijo que “siempre se pensó que se lo podían robar, para hacer el canje, pero nunca”.[42]

José Isabel nos informó que “aquí en Santa Marta, hay tres San Agatón, de pronto ustedes..., hay uno en Masinga por ejemplo, el de Mamatoco por ejemplo, este se lo robaron, el San Agatón de Mamatoco, no es como el de acá”. “el de Masinga es pequeño también, un poco más grande que el de aquí, yo también lo conozco. Ellos son sí, de madera! Por la parte de adentro, yeso por la parte de afuera. El de aquí de Taganga es de madera”.  Los sitios que señala José Isabel, pertenecieron al dominio de la orden de San Francisco. 

Al escuchar hablar a José Isabel, del Santo Agatón de Taganga, nos llamó poderosamente la atención, que se refiriera a él en un tono muy cercano y amigable, como si fura un hombre más del pueblo, y nos contó que “a veces le decimos el man, a veces, a veces no quiere dar nada, a veces le decimos, joda. tu que te portas mal con nosotros y nosotros que te bañamos, (risas), te voy a meter un correazo. Llegamos a veces le pegamos su correazo, tu te portas mal con nosotros, a veces le va a uno como mal, está haciéndole uno las fiestas todos los años y el se porta mal con uno, a veces uno le hecha hasta eche, así, hablando, así que parece que fuera uno mismo, joda. Pero tú, así le habla uno, se queda uno quieto, así cualquiera de ellos le dice la misma vaina, cualquiera, cualquiera, del personal le echan su poco de vaina, y parece que fuera una comunicación como de entre vivos, lo regaña uno, joda. Verdad, esta uno haga la fiesta cómprese la boleta, hace de todo uno, le hace de todo, todos lo regañamos, boletas para hacerle la fiesta, rifas, camina uno pa’ allá y tu que no nos das nada, esperate pa’ que veas, lo regaña uno. El de Mamatoco, si es como malo, del tipo dicen que anteriormente según la idea que había, dice que cuando el no quería salir no salía, claro eso es cierto, se ponía pesado el de Mamatoco, el de aquí es folclórico.”

José Isabel, hace extensivo el trato de familiaridad que tiene con el Agatón de Taganga al de Mamatoco, sin duda esto nos demuestra, un sentimiento de identidad, de la gente hacia el santo, tengamos en cuenta que Taganga, al igual que Mamatoco, fue pueblo de indígenas. En el trato del pueblo hacia el Santo Agatón,  se eliminan las distancias entre lo terrenal y lo divino, creándose una relación de familiaridad, donde el santo es tratado como un miembro más del poblado, al que se le ruega para obtener un favor, pero de igual forma se le regaña y castiga de no concederlo, son estas peculiaridades, propias sólo de la relación la gente con San Agatón, pues con los demás santos no existe este trato familiar. Características que han hecho que los Mamatoco, añoren el regreso de su santo, pues a lo mejor sienten que han perdido a uno más de sus habitantes.    
              
El San Agatón, de Taganga.
   
La señora Rufina, señala que Rosario Martínez, había visto el santo perdido de Mamatoco, en Sampués, y en conversaciones con la señora Luisa Pallares, encontramos la misma referencia, nos decía ella “que había ido en peregrinación a la villa de San Benito de Abad, a ver al cristo milagroso, y que pasando por la iglesia de San Pues, había visto un santo que ya otras personas le habían dicho era el de Mamatoco, que fuéramos a verlo por que es de madera como era el de acá, y negro”.[43]  La señora Elvira Núñez, también nos había comentado que ella estaba casi segura que el santo de San Pues, era el de Mamatoco, por que esa gente se ponía muy recelosa cuando tenía conocimiento que un Mamatoquero, estaba en el pueblo, por que piensan que se van a llevar al santo,[44] y de igual forma nos invitó a ir a comprobarlo.                     

Decidimos desplazarnos hasta el pueblo de Sampués, en el departamento de Sucre, para  comprobar las versiones de los habitantes de Mamatoco, inicialmente nos dirigimos hacia la iglesia del pueblo, y pudimos constatar que en ella, también hay un Santo Agatón, y como dato curioso, de la misma manera como en Mamatoco, no es el titular de la iglesia, allá tampoco lo es, el patrono de San Pues, es San Juan Evangelista, pero Agatón tiene mucha más fuerza que el oficial, y sus fiestas son más importantes. Existe mucha similitud no sólo en este punto sino en lo que tiene que ver con la costumbre de vestirlo con trajes. En Sampués, Agatón, luce finos atuendos de Papa, que los habitantes más acaudalados donan cada año. Encontramos en la iglesia al cura Muente Prieto, recién nombrado a esta iglesia, por cuanto no pudo darnos mayor información acerca del santo, pero si nos habló del cura a quién él, había remplazado, que todavía vivía en la casa cural, y que ya estaba muy anciano, se trataba del cura José María Gallo, quién inicialmente no nos quiso recibir, con lo cual iniciamos nuestras entrevistas en la comunidad de San Pués.

Nuestros principales, informantes en Sampués, fueron Agustina Martínez, y Cesar Martínez, al escuchar a estos dos informantes seguimos, encontrando similitudes entre el santo de Mamatoco, y el de Sampués, a tal punto que de pronto, de manera a priori y sin contemplar el resto de pruebas llegamos a pensar irresponsablemente que se trataba del mismo bulto de Agatón. Agustina, nos comentaban que el santo había sido encontrado por indígenas, en un pastizal después de una quemada, para cultivar. Esta información es homóloga a la de Mamatoco, variando sólo la actividad agraria, la quema del pastizal por el corte de caña, como dato místico nos dice que lo pintaban y al día siguiente se le caía la pintura, y que hace algún tiempo le celebraban sus fiestas con la danza de los diablitos, “le decían los diablitos, esos diablitos habían a caballo a “jacha chachachá” y de todo había en la danza y hacían “hijiji hijiji”. Iban bailando detrás del santo. El santo debe ser muy viejo desde que yo lo conozco!, el santo que tenemos acá es de madera”. Estas declaraciones nos hacían pensar aún más en la similitud con el santo de Mamatoco que era de madrea. La señora Agustina, nos llevó donde Cesar Martínez, quien al parecer era el que tenía mucha mas información acerca del Santo[45].            

Cesar Martínez, referente al santo nos dice “según el historial lo encontraron en los montes de Escorabajo?, dicen que unos indígenas quemando para la rosa, para el cultivo, después de quemado el monte y todo eso, y lo hallaron entonces, encontraron la imagen allí, entonces ellos la declararon sagrada para ellos, y me imagino que en esa época le rendían, ofrecían danzas no!, usted sabe que siempre los rituales eran de danzas.” “la imagen original era de oro puro, esta no es la original, la original se la robó un cura de apellido...como es que es ....el padre.....? algo así, la imagen amaneció pero no anocheció, entonces la gente dice, que la leyenda, el carro donde iba se espichó eso es lo que cuentan, que tal y cual, pero que al fin se la llevo, eso es lo que comentan los antiguos, luego la remplazó por la que está aquí, trajeron una de tres cruces, pero la gente no la aceptó, luego trajeron la que está acá. Esta es viejísima por que yo tengo cincuenta y pico de años, y a mí me tocó retocarla, cuando yo no he retocado en años, hace por ejemplo cuando iniciándome yo en el arte treinta y cinco años atrás, y ya eso era imagen”, al preguntarle que color tenía la imagen antes de retocarla me dijo que era oscura, “mi mamá más que todo conoció la imagen la original y ella me contó que era de color oscuro, era negro, por esos de ahí, que la gente decía, que te va a castigar el negrito, eso era otro tema que tenía la gente.” La información aportada por Cesar, nos inducía a creer en las historias de los habitantes de Mamatoco, la duda nos asaltaba si estábamos en realidad ante el encuentro de la imagen perdida.[46]                 

Al preguntarle a Cesar, si el santo era de yeso o de madera, me respondió “eso es de madera por dentro está la figura con el traje y todo en madera tallado, uno le alza la falda y está dentro, un fraile es lo que yo recuerdo” Le dijimos que ya habíamos estado en la iglesia pero el santo estaba vestido y no pudimos observar lo que nos estaba contando, y siguió informándonos “si está vestido, eso fue lo que yo conocí, por que a mí me tocaba....y yo le quitaba todo y hasta las manos se le quitaban, son desprendibles, yo lo registraba todo, ...era de madrea por que yo inclusive, no le doy seguridad pero a mí me parece que yo miré la fecha en la parte de atrás, ha menos que lo hayan cambiado, que tiene sin exagerar como 20 años, pero la fecha del santo es como de 1700.[47]

Ante la anterior versión que contenía tantas cosas en común con la historia de Mamatoco, lo convencimos para que nos acompañara de nuevo a la iglesia y así el cura nos permitiera examinar el santo sin las vestiduras de tela, quién muy amablemente nos acompañó. Pero antes le seguimos indagando sobre la danza que acompañaba a San Agatón,  durante la procesión, si no le parecía contradictorio que un santo fuese acompañado por una danza de los diablitos, “eso es contradictorio, eso es de descendencia indígena, por que eso viene cuando los africanos directamente ellos se sabe que hacían danzas, entonces las imágenes que cogían era porque ellos le rendían culto al dios baco, en ese entonces ellos fueron transmitiendo, es que eso tiene su influencia africana. Al preguntarle si en Sampués, hubo asentamientos de negros me respondió que “por aquí cerquíta lo que es San Onofre y Tolú, aquí cerquita teníamos todo eso, por acá se entro mucha gente pero los indígenas si eran los Zenúes, indios, indios. De allí ellos como que le rendían culto prácticamente al diablo, en otras palabras entonces ellos mezclaron esa danza con la imagen del santo. Usted sabe que en esa época la gente era muy crédula entonces confundían las cosas y mezclaron lo diabólico con los santos, y ahí ..... entonces estos como venían con la trayectoria de la danza por que según lo que explica, es que cuando lo encontraron, hicieron danza, hicieron como culto de adoración, pero lo encontraron los indígenas.” [48]                 

Todas las declaraciones de Cesar Martínez, nos muestra una gran similitud con la historia de los Mamatoco, desde el origen mítico de la aparición del santo, la relación de lo indígena con las creencias negras, el hecho de que el santo fuese de madera, y que tuviese las vestiduras de un fraile, talladas en su cuerpo, nos crean gran confusión, mismas que sólo podrían aclararse al examinar el santo minuciosamente sin las vestiduras de tela, cosa que pudimos hacer al final de la tarde, con la ayuda de Cesar, y una buena mujer que es la encargada de vestir al santo. Al entrar a la iglesia el cura Gallo, que al principio, no nos había querido atender se acercó, e intercambiamos algunas palabras, y en algún momento nos dijo que las novenas que le hacían en Sampués, a San Agatón, eran las mismas que en Mamatoco,[49] estas palabras en el momento se podían interpretar como que el santo era el mismo de Mamatoco, lo que nos motivó aún más a examinar el santo y salir de dudas.

Al examinar el Santo Agatón, sin las vestiduras de tela, fue visible un hábito de fraile, el material del que estaba hecho era efectivamente de madera, como el santo desaparecido de Mamatoco, pero había un detalle que no encajaba con los relatos obtenidos de Rufina Cabrera, el santo original de Mamatoco, estaba vestido de un habito de fraile franciscano, que sabemos se caracteriza por ser (una túnica con capilla y cordón a la cintura),[50] y lo que en ese momento estábamos observando en el Santo de Sampués, era un habito de fraile, (de color negro, con capuchón, y correa al cinto). Este detalle de la correa inmediatamente descarta que sea el santo de Mamatoco, pues debió tener un cordón, que es lo que distingue a los franciscanos, mientras que la descripción iconográfica del Santo Agatón de Sampués, lo sitúa dentro de la orden de los Agustinos, y no en la de los franciscanos. No debemos olvidar que el hoy territorio de Sampués, departamento de Sucre, perteneció en otrora a la provincia de Cartagena, como lo constata, un cuadro de la población de cada uno de los distritos parroquiales que tenía la provincia, según el censo de 1851, donde aparece el distrito parroquial de Sampués, perteneciente al cantón de Chinú, en la provincia de Cartagena,[51] así como tampoco debemos olvidar que es en la provincia de Cartagena donde los Agustinos, tuvieron su labor de evangelización desde el año de 1582, cuando fundan el convento del nombre de su orden,[52] Mientras que en la ciudad de Santa Marta, no hubo presencia de la orden de los Agustinos, por tal razón queda totalmente descartada la posibilidad que el santo que existe en Sampués, sea el perdido por los habitantes de Mamatoco, alrededor del año 1932.

La existencia de San Agatón en Sampués, en Taganga, en Mamatoco, y en Masinga, lo que comprueba es que se trata de un fenómeno religioso común en el Caribe colombiano, que encierra toda una gama de creencias culturales, mágico religiosas, que generan hoy día, un especial sentido de arraigo, en los pueblos mencionados, que en su afán por conservar sus ritos, se unen, socialmente, formando una barrera protectora, contra la perdida de memoria colectiva.  

San Agatón de Sampués, Sucre

San Agatón, visto por iglesia católica.

Una cosa significa San Agatón, para los habitantes de Mamatoco, y otra para la iglesia católica, quién se limita a verlo como un Papa, natural de Palermo (Sicilia). Perteneciente a la orden de San Benito; de padres ricos, a cuya muerte distribuyó entre los pobres sus bienes, retirándose al monasterio de San Hermes, en su ciudad natal, siendo elevado por el Papa a la dignidad sacerdotal en 677. Elegido para suceder al Papa Dono, fue consagrado en 27 de junio del 678, ocupando el 79°. Lugar entre los pontífices romanos. Para acudir en remedio de la iglesia, combatida por la herejía monotelita, y después de repuesto Velfrido en la sede York, reunió en Roma un Concilio, en marzo de 680, al que concurrieron más de 120 obispos; condenó a los monotelitas, y dispuso las materias que debían tratarse en el concilio general, próximo a celebrarse en Constantinopla, cuyas sesiones duraron desde el 7 de noviembre de 680, hasta el 11 de septiembre de 681, y en el cual fue nuevamente condenada dicha herejía, escribiendo una carta al emperador Constantino Pogonato, carta que fue aprobada por el concilio y declarado su contenido como artículo de fe, y de la que el mismo concilio dijo que Pedro había hablado por la boca de Agatón. Anastasio dice de el que sus muchos milagros le merecieron el nombre de Taumaturgo. Consiguió este santo pontífice abolir el tributo exigido por los emperadores a los Papas al tiempo de su elección. Navaes es de opinión que este Papa murió a los ciento siete años de edad, el diez de enero del año 682, tras un breve pero fructuosos pontificado de tres años, seis meses y catorce días, durante el cual estableció el culto a San Sebastián.[53]  
  






La señora Rufina, nos cuenta “Yo tenía alrededor de 10 años cuando hice la primera comunión y me regalaron una estampita del nuevo santo, que siguieron llamando San Agatón”.[54]

Estampa de San Agatón, de 1932, propiedad de Rufina Cabrera:

“Recuerdo

de la bendición de la imagen de San Agatón titular de la iglesia de Mamatoco, hecha por el Excmo. Sr. Obispo de la Diócesis. Doctor Don Joaquín García 
Mamatoco 12 de junio de 1932.



El documento de la nueva imagen de San Agatón,  en el margen izquierdo y terminando en el superior tiene anotado en letra cursiva a mano “es propiedad de la niña Rufina Cabrera”, en el margen derecho dice en letra de imprenta y en mayúscula “CARTE POSTALE”.

La estampa, nos sirve para datar la desaparición del Santo original (de madera o de palo), todo indica que es el mismo año de la aparición del nuevo, en el primer semestre de 1932.

El rito de la procesión de San Agatón.

La procesión de San Agatón, coincide siempre con el sábado de carnavales, es una fiesta movible y a veces se celebra en febrero y otras en marzo. El santo sale de la iglesia en hombros de los habitantes, por lo general miembros de la familia Núñez, Henríquez, Ruiz, Avendaño, Candelario, Martínez, entre otras, tradicionales del lugar, es un honor cargar en hombros al milagroso San Agatón, los visitantes al pueblo, por lo general no lo pueden hacer, el santo es suspendido en hombros por alrededor de unas diez personas, aunque en el trascurso del recorrido se pueden intercambiar, para descansar. Los cargadores de la parte de adelante por lo general son los más diestros en el oficio, pues prácticamente dirigen el ritual de la procesión, en cuanto a la forma como se mueve el santo, y la rapidez o lentitud al caminar en la procesión.

El ritual o procesión se divide esencialmente en dos partes, una a la cabeza del cura de turno, quién va rodeado de su sequito, y de las más beatas del pueblo, estos por lo general se distancian del santo, lo suficiente para presionar a los que lo carga para que apuren el paso, pero al no lograrlo, son ellos, quienes debe hacer un alto y esperar al grueso de la multitud que va con el santo, que pueden llegar hacer unas cinco mil personas, entre propios, y visitantes que vienen de todas partes de la ciudad, en especial de los pueblos, de las faldas de la Sierra Nevada de Santa Marta, así como del departamento del Atlántico, concretamente de los municipios,  Malambo, y Baranóa.

Es común ver a los niños vestidos como el santo, gorro y capa roja, así como a otros disfrazados de burro, u otros temas alusivos al carnaval, algunos lo hacen para pagar mandas propias como el caso del personaje del Burro, que cada año se disfraza, de blanco, luciendo una banda roja, Con las palabras San Agatón, y una cabeza de burro, tallada en madera. Los niños, están pagando mandas hechas por sus padres, relacionadas con la salud de ellos mismos, y que al recibir el favor del santo, se institucionaliza esta forma de pago de manda, por el tiempo que dure la niñez del favorecido, sin embargo éste quedará matriculado a estas fiestas aún siendo adulto.

La procesión hace algunas paradas claves, en las casas que de antemano han pedido al cura las bendiga, pero el santo a veces se detiene en alguna casa sin previo compromiso con el cura, por iniciativa propia de los que cargan el santo, para honrar a una persona en especial o a una familia, por la que se desea con fervor reciba las bendiciones del santo milagroso, para la salud, o la prosperidad. En los últimos años se ha detenido frente a la casa de doña, Rita Barros, habitante que goza de un especial respeto dentro de los habitantes de Mamatoco, entre otros por sus grandes servicios como enfermera en el puesto de salud del barrio.

Pero volvamos a las peculiaridades del rito en sí, cuando el santo sale de la iglesia, lleva hermosos arreglos florales, su corona metálica que es movible, y su enorme capa roja, impecable, transcurridas algunas cuadras, la gente le empieza a rociar polvos, o Maizena, así como ron, de tal suerte que el ron humedece la Maizena, y tanto la capa como el rostro y cuerpo del santo terminan, untados, de blanco, y los hermosos ramos florales, son deshechos por las cientos de personas que quieren llevarse una flor del milagroso para sus hogares.

Delante del santo, va una banda de músicos, conocida comúnmente como papayera, o chupacobre, que ameniza la procesión, con la cual, se va bailando al santo al son de la música, de una lado para el otro, de izquierda a derecha y delante hacia atrás, las personas que cargan al santo en la parte de adelante marcan el paso de avanzada, siempre son varios pasos, quizás unos nueve en promedio, por que no hay una regla que diga cuantos, y unos cuantos menos hacia atrás, de tal suerte que el avance es lento, y si tenemos en cuenta la multitud de la gente, que se atropellan unos a otros, en las cercanías del santo, donde se concentra la explosión de euforia de los pobladores, el trayecto se hace largo, aunque en realidad, sólo sean unas cuantas cuadras, que en condiciones normales se podían recorrer rápidamente, pero dadas las características del ritual, el retorno del santo a la iglesia se hace entre dos a dos horas y media, realmente el tiempo depende de cómo se de el manejo de fuerzas entre el cura y la gente que carga el santo, si el cura presiona y presiona, se mueve muchos mas “rápido” pero si el cura toma las cosas con tranquilidad, la Lentitud, puede hacer del rito, un acto casi interminable, pues la gente canta y baila, se divierten, consumen licor, y echan voladores o cohetes, explosivos, nunca de colores en la procesión, las luces vistosas se queman en la noche del viernes de vísperas. De tal suerte que el propósito de los que cargan el santo pareciera el de llegar lo más tarde posible a la iglesia.

Algunas personas, caminan la procesión descalzas, o de espaldas, para pagar mandas, pero otras sólo van a divertirse, en lo que más parece un carnaval que una rito religioso católico, los disfraces se mezclan con los caimanes, que son los mismos que han sacado en comparsas el 20 de enero, además de la gente disfrazada, caminan la procesión varias comparsas, algunas de niños, otras de ancianos, y jóvenes, finalmente llega a las puertas de la iglesia, y como si no hubiese sido poco el tiempo, lo bailan y dan vueltas, en el atrio, para despedirse hasta el otro año, cuando salga el santo parrandero.

Podemos resaltar que el rito tiene dos fuerzas representativas, la que representa a la iglesia, encarnada en el cura y su sequito, y la representada por el pueblo, con sus costumbres, ancestrales. Durante la procesión estas dos fuerzas se miden, cada año independientemente de quién se el cura o los que carguen al santo, esta lucha se repite, para mantener un delicado equilibrio, entre lo religiosos y lo pagano, en las observaciones que hemos hechos de estas fiestas en los últimos diez años, este delicado equilibrio se ha roto, en varias ocasiones, por situaciones de orden público, y sólo en una de ella, pasó algo que nunca se había visto, era el año de 2002, en esta procesión no se bailó el santo, ni se le permitió a los visitantes echarle ron o Maizena, la gente de fuera no podía entender por qué, pero sin que se hubiese planeado, todos los oriundos de Mamatoco, asumieron una postura diferente a la de otros años, no había cantos, ni se bailaba el santo, no era una típica procesión de San Agatón, era más bien una marcha de protesta, una marcha fúnebre. Se había roto el equilibrio de las fuerzas, y había imperado el comportamiento, que siempre había esperado cualquier cura, que guiase la procesión.

Este comportamiento, obedeció a una respuesta del pueblo, a los ataques de los grupos armados al margen de la ley, que por esos días sometieron al pueblo con sus reglas, no podían estar en las esquinas, cuando la vida de los habitantes de Mamatoco, se hace en las esquinas, no se podía estar en la calle, después de cierta hora, y habían muerto días antes de las fiestas de San Agatón, varias personas, a manos de estos grupos al margen de la ley, entonces comprendimos que las fiestas de San Agatón, son mucho más que un cúmulo de creencias ancestrales, hoy día es una forma de expresión, y de identidad.         

El rito para los pobladores.

El rito de la procesión, de San Agatón, difícilmente se puede separar de los carnavales, de hecho en la opinión de los habitantes de Mamatoco, una y otra son la misma cosa, Gabriel Pérez, dice “las cumbiambas y bailes particulares, por marcar; los días que se ponían cumbiamba eran los días de fiesta, el día de San Agatón,”  continúa al respecto “Los bailes se componían por cumbiambas, como les he dicho, al son de tambores, acordeones, guacharacas; divertirse todos los familiares, del pueblo, y los que no eran del pueblo, por que iban era a eso”.[55] Al parecer las fiestas de San Agatón, valga decir, la procesión, siempre estuvo marcada por la presencia de las danzas o cumbiambas, un elemento característico de los carnavales de hoy día, pero que en el siglo XIX, en Santa Marta, y concretamente en Mamatoco, eran inherentes a los festejos religiosos, ya del patrón, San Jerónimo, ya del patrono Agatón, o de cualquier otro santo, así nos lo prueba una carta del 5 de septiembre de 1887, dirigida al señor obispo de Santa Marta, José romero, por el alcalde del distrito:

 “en virtud de la prohibición que S. S. se sirvió indicarme hiciera de las danzas de diablos, y cucambas en  las fiestas religiosas que tuvo lugar ayer en la aldea de Mamatoco, ordené al corregidor de aquella sección, que no permitiera salida como dichas danzas habrían de salir, aquél empleado al ejecutar mi orden, que no pudo cumplir, me dirigió la nota que inserto.
“corregiduría de la sección = Mamatoco, septiembre 4 de 1887 = señor Alcalde del distrito Santa Marta, al dar cumplimiento de la orden que resuélveme comunico para que no consienta la danza de diablos y cucambas en la sección de mi mando, en la función religiosa, que tenía lugar, el día de hoy; al prohibirlas, el señor canónigo Calixto de J. Gómez me dijo estas palabras: que podían salir dichas danzas después de haber salido la majestad. Para que fuera haciendo homenaje en cada uno de los altares =
Participo a usted esta novedad para su conocimiento = Dios Guarde a usted Julián Rosado =

Sin embargo a mi llegada a aquella sección en donde encontré las danzas mencionadas los hice disolver y retirar a sus casas.
Lo que participo a su señoría para su conocimiento.

Dios guarde a su señoría.

Joaquín Hernández”.[56]

Este documento histórico, nos ilustra sobre las prohibiciones que hace la iglesia a la presencia de danzas, como la de los diablitos, y la cucamba, en las ceremonias religiosas de Mamatoco. La fiesta a la que se refiere el documento, no se especifica,  pero podría corresponder a la celebración de San Gregorio, aunque hoy día no hay memoria de esta fiesta entre los pobladores, en este mismo mes, se realizan las fiestas del patrono San Jerónimo. El caso es que estas danzas o cumbiambas eran comunes en Mamatoco, en las procesiones, y no hay que olvidar que al referirnos a las fiestas de San Agatón en Sampués, estas se celebraban hasta hace muy poco tiempo con una danza de los diablitos, lo que indica un fenómeno generalizado en gran parte del Caribe colombiano.

Pintura de Cesar Martínez, que representa la danza de los diablitos en Sampués, Sucre.
 

A estas alturas de nuestra investigación, intentamos darle respuesta a un interrogante que nos asaltaba desde el comienzo, por qué las fiestas de San Agatón son mucho más relevantes,  que las de otros santos en Mamatoco, tal vez, como dice la señora Julia Duica, simplemente por que “las fiestas de San Agatón eran de carnavales,”[57] a lo que se suma Gabriel Pérez, “por que más entusiasmo tiene el santo del carnaval que un santo que han nombrado de patrón; había más congregación, más se acercaban los pueblos, circunvecinos a estas fiestas, por lo tanto tenemos un fundamento.”[58] El señor Humberto Avendaño, señala al respecto “como es una fiesta movible y como él era liberal, por que así lo consideraba el pueblo, por su vestido rojo totalmente, esto determinó que sus fiestas fueran en los carnavales.”[59]  De lo anotado por estos tres informantes y lo aportado por esta investigación en cuanto a las pruebas histórica y el estudio iconográfico de la imagen de San Agatón, se colige que San Agatón, es el patrono de los carnavales del Caribe colombiano, comparte panteón con los dioses negros Baco, Momo y Arlequín, y por eso sus fiestas están por encima de las de otros santos, y sobretodo es por eso que su celebración es movible, tiene que serlo, por que, San Agatón y carnaval son la misma cosa, y una y otra están íntimamente ligadas a otro rito religioso, de mayor importancia para el mundo católico, la Semana Santa, pues las fiestas de Agatón o sea la de los carnavales, van de la mano, con ésta fecha, comienzan justamente cuarenta días antes de la Semana Santa, y al terminar los carnavales, lo primero que se hace es ir a la iglesia, a expiar las culpas, para que sean perdonados los pecados, y prepararse para la Semana Mayor.

Es así, que los carnavales del Caribe colombiano, nacen con la celebración de San Agatón, en Mamatoco, pues no es necesario ahondar en el tema de los carnavales de Barranquilla, por que está plenamente comprobado que esta manifestación cultural no es originaria del lugar, es el producto de un implante, a causa de las migraciones que partieron de Santa Marta, y que se acentuó con fuerza en Barranquilla, por situaciones de orden económico más favorables en ésta ciudad. Pero debe quedar claro, que es con la celebración de San Agatón en Mamatoco, que nacen los carnavales del Caribe colombiano, mismos que hoy son conocidos mundialmente, gracias al esplendor que han tenido en Barranquilla, ciudad que supo adoptarlos.



[1] BERMÚDEZ BERMÚDEZ, Arturo, Álbum Histórico de Santa Marta, Fondo Editorial Universidad del Magdalena.2002, p.104-105.
[2] Los resguardos solían ser parte de las tierras que ocupaban los indios desde tiempos inmemoriales, y fueron los excesos cometidos por los conquistadores con la población indígena y la ocupación de sus tierras lo que motivó a la Corona, en el último cuarto del siglo XVI, a legislar sobre ellos y darles un régimen jurídico. LUNA, Lola G. Resguardos Coloniales de Santa Marta y Cartagena y Resistencia Indígena. Biblioteca Banco Popular, Editorial Presencia, Bogotá 1993. p. 21.  
[3] Legua es una medida itineraria que en España es de 20.000 pies o 6.666 varas y dos tercias, equivalente a 5.572 metros y siete decímetros.
[4] LUNA, Lola. Op. Cit., p.105.
[5] Archivo Histórico del Magdalena Grande (A. H. M. G.). Fondo Notaría Primera de Santa Marta, protocolo de 1874.
[6] ALARCÓN, José C. Compendio de Historia del Magdalena, Imprenta Departamental, Barranquilla, Santa Marta 1962.  p.264-265.
[7] MARK, Eduard, Acuarelas de Mark. Banco de la República, Litografía Arco, Bogotá Colombia. 1976, p. 225.
[8] CABRERA MARTÍNEZ, Rufina, fuente oral, conversaciones con el autor en 2005.
[9] BERMÚDEZ BERMÚDEZ, Arturo, Materiales Para la Historia de Santa Marta, Editorial Kimpres Ltda. Santafé de Bogotá, D.C. octubre de 1997.p. 241.
[10] MARK, Eduardo, Op. Cit., p. 279.

[11] BERMÚDEZ BERMÚDEZ, Arturo. Op.Cit. p.72-73.
[12] DE LA ROSA, José Nicolás. Floresta de la Santa Iglesia Catedral de la ciudad y provincia de Santa Marta. Biblioteca Banco Popular, volumen 74, Bogotá 1975. p.55.
[13] Ibíd., p. 56.
[14] FRIEDE, Juan. Documentos Inéditos para la Histórica de Colombia. Academia Colombiana de Historia. TomoII, Bogotá. 1956. p. 346.
[15] GARCÍA BENÍTEZ, Luis, Reseña histórica de los obispos que han regentado la diócesis de Santa Marta. Biblioteca de Histórica Nacional, volumen, LXXXVI, Editorial Pax, Bogotá, 1953. p. 22.
[16] ARCILA ROBLEDO, Fray Gregorio, Apuntes históricos de la provincia franciscana de Colombia, Bogotá Imprenta Nacional, 1953, p. 42-43.
[17] DE LA ROSA, José Nicolás. Op. Cit., p. 80.
[18] ARCILA ROBLEDO, Fray Gregorio, Las Misiones Franciscanas en Colombia. Imprenta Nacional, Bogotá. 1950, p. 130.
[19] Ibid., p. 131-132.
[20] Ibid., p. 132.
[21] Ibid., p. 132-133.
[22] Ibid., p. 135.
[23] Ibid., p.  134.
[24] Se refiere al año 1630.
[25] Los españoles llamaban el pecado nefando o acto nefando a la sodomía, palabra que viene de Sodoma, antigua ciudad de Palestina, donde se practicaba todo género de vicios torpes, pero en este caso la palabra aplica al concúbito entre varones.
[26] ARCILA ROBLEDO, Fray Gregorio. Op. Cit. p. 135.
[27] Ibíd. , p.134.
[28] NÚÑEZ, Rafael. Fuente oral, conversaciones, Mamatoco, 2006.
[29] CAMPO AMARÍS,  Roque y MENDOZA GUTIERREZ, Gilberto, Mamatoco, historia oculta de una comunidad olvidada, monografía, fotocopias, Biblioteca de Mamatoco, p. 141.0
[30] Ibid., p. 153.
[31] Habla en plural de los santos, por que se trata de la desaparición de San Agatón y San Jerónimo 
[32] CAMPO AMARÍS,  Roque y MENDOZA GUTIERREZ, Op. Cit. p.106.
[33] Ibid., p. 103.
[34] HERNÁNDEZ OSPINO, William. Diócesis de Santa Marta, Índice del Archivo Histórico siglo XX. Santa Marta 15 de noviembre de 2000. p. 50.
[35] Archivo Histórico Eclesiástico de la Antigua provincia de Santa Marta. Boletín Eclesiástico. Tomo 55A Rollo 14. p.328.
[36] CAMPO AMARÍS,  Roque y MENDOZA GUTIERREZ, Op. Cit. p.107.
[37] Ibid., p. 65.
[38] CABRERA MARTÍNEZ, Rufina, fuente oral, conversaciones con el autor en 2005.
[39] CABRERA MARTÍNEZ, Carolina, fuente oral, conversaciones con el autor en 2005.
[40] CAMPO AMARÍS,  Roque y MENDOZA GUTIERREZ, Op. Cit. p.103.
[41] CABRERA MARTÍNEZ, Rufina, fuente oral, conversaciones con el autor en 2005.
[42] JOSE ISABEL, fuente oral, pueblo de Taganga. Entrevista con el autor en 2003.
[43] PALLARES, Luisa. Fuente oral, conversaciones con el autor en 1999.
[44] NÉÑEZ, Elvira. Fuente oral, conversaciones con el autor en 2000.
[45] MARTÍNEZ, Agustina. Fuente oral, conversaciones con el autor en 2003.
[46] MARTÍNEZ, Cesar. Fuente oral, conversaciones con el autor, 2003.
[47] Ibid.
[48] Ibid.
[49] GALLO, José María. Fuente oral, conversaciones con el autor, en 2003.
[50] Enciclopedia Universal Ilustrada Europea Americana – Espasa – Calpe S. A. Madrid – Barcelona, 24 FLAN, P. 1013.
[51] CORRALES, Manuel Ezequiel, Efemérides y anales del Estado de Bolívar. (selección de textos). Fondo Editorial de Bolívar Grande, un proyecto de la gobernación de Bolívar. P. 269.
[52] Ibid., Op. Cit, p. 452.
[53] Enciclopedia Universal Ilustrada Europea Americana – Espasa – Calpe S. A. Madrid – Barcelona, 3 AE, ALAN, p. 297 
[54] CABRERA MARTÍNEZ, Rufina, fuente oral, conversaciones con el autor en 2005.
[55] CAMPO AMARÍS,  Roque y MENDOZA GUTIERREZ, Op. Cit. p.103.
[56] Archivo Histórico Eclesiástico de la Antigua provincia de Santa Marta. Tomo 128,  p. 96.
[57] CAMPO AMARÍS,  Roque y MENDOZA GUTIERREZ, Op. Cit, p. 105.
[58] Ibid.
[59] Ibid.,  p. 157.

Fiestas de San Agatón en Mamatoco • Origen y rito

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