viernes, 22 de septiembre de 2017
jueves, 31 de agosto de 2017
Fiestas de San Agatón en Mamatoco • Origen y rito
Por:
Wilfredo Padilla Pinedo, Licenciado en Ciencias Sociales de la Universidad del
Magdalena 1995. Maestrante en Historia de la Universidad del Atlántico. Docente
Catedrático Universidad del Magdalena.
Panorámica
de la aldea de San Jerónimo de Mamatoco, cuna de las fiestas de San Agatón.
Cronología de la fotografía, año 1903.[1]
Mamatoco – Santa Marta - Colombia.
En la actualidad Mamatoco, es un barrio,
cabecera de la comuna de su mismo nombre, que hace parte de la Localidad No 1.
Cultural Tayrona – San Pedro Alejandrino en el Distrito Turístico Cultural e
Histórico de Santa Marta, Capital del Departamento del Magdalena – Colombia.
Mamatoco se encuentra en las coordenadas: Latitud: 11.2333 – Longitud: -74.1667.
El origen prehispánico de Mamatoco, lo hace al igual que a otros asentamientos
con pasado indígena, mucho más antiguo que Santa Marta, ciudad española
considerada entre las más antiguas de América (1525). Los antiguos habitantes
de Mamatoco, fueron registrados por las crónicas y documentos históricos, con
el mismo nombre que el lugar (Mamatoco). El primer español que divisó este
poblado fue Pedrarias Dávila, el 14 de junio de 1514, como resultado de la exploración
hecha al interior de la bahía de Santa Marta, y de la toma de posesión de su
gobernación en Castilla de Oro.
Origen de las fiestas de San Agatón.
Las
fiestas de San Agatón en Mamatoco, se constituyen en un verdadero ritual donde
se mantienen vivas tradiciones y creencias religiosas ancestrales, producto de
un conveniente sincretismo cultural entre los nativos objetos de conquista,
dominación y aculturación, y el europeo, opresor e impositor de nuevas
costumbres y creencias, que además introdujo el elemento negro, traído del
África, cargado de sus conocimientos, costumbres, dioses e imaginarios, para
ser implantados en la América
colonial, y fundirse con los elementos raciales y culturales ya existentes.
El
origen de la fiesta de San Agatón, esta íntimamente ligado al fenómeno del
sincretismo cultural en el pueblo de Mamatoco, donde las condiciones
históricas, crearon un escenario ideal para su temprana configuración.
Mamatoco, como asentamiento existe desde antes que Cristóbal Colón, descubriera
el continente Americano, su territorio con el tiempo se convirtió bajo el
dominio español en resguardo indígena[2]
y aunque la fecha de su asignación se desconoce, sabemos que desde 1771, el
insaciable apetito de tierras de los españoles, los llevó a invadirlo. El
testimonio lo debemos a su cura doctrinero Miguel de Solera, perteneciente a la
orden de los Franciscanos, quien inició un litigio contra, el contador de la
real hacienda de Santa Marta, por tener un hato de ganado dentro del territorio
de los naturales de su curato, y contra el deán Francisco Muñoz Castellano, que
de la misma forma incurría en la violación de la ley ocho y nueve, título tres,
libro cuarto, de la
Recopilación, que fijaba en una legua[3]
el territorio del resguardo, al poseer
dentro de éste, una hacienda llamada San Pedro Alejandrino,[4]
este hecho histórico nos ayuda a sustentar la idea que venimos manejando, pues,
es precisamente la
Hacienda San Pedro Alejandrino, famosa por ser el lugar donde
el Libertador Simón Bolívar murió, la que propició que florecieran de manera
temprana los contactos culturales entre los naturales de Mamatoco, y los negros
esclavos, que laboraban en la hacienda, vinculados a actividades de siembra de
caña de azúcar y de procesamiento de ésta, para la producción de panela y
licor.
Plano
de la Quinta
de San Pedro Alejandrino y terrenos de la aldea de Mamatoco,[5]
levantado a raíz de un litigio por tierras entre los naturales, y el dueño de
la hacienda San Pedro Alejandrino, Joaquín de Mier, en el año de 1872.[6]
La
relación histórica, de los negros esclavos que cultivaban caña de azúcar en la Hacienda San Pedro
Alejandrino y los naturales de Mamatoco, se evidencian en el mito de la
aparición del Santo Agatón en el pueblo. La señora Rufina Cabrera Martínez, de
85 años de edad, recuerda lo que en su momento los mayores le contaron al
respecto, “El Santo apareció en un cañaduzal en los alrededores del pueblo,
mientras los peones cortaban la caña. Era un santo pequeñito, de madera,
moreno, de cabello liso negro, como un indio, con sombrero y mochila terciada y
en ella llevaba una botella de ron, dicen que fue creciendo hasta quedar del
tamaño en que finalmente lo conocí, tenía las vestiduras talladas, eran las de
un fraile franciscano, luego de encontrarlo, fue llevado a la iglesia. Este
santo no es el mismo que hoy tenemos, el original lo desapareció el cura Luís
García Benítez, siendo sacristán Tomás Peña. El santo que hoy hay en la
iglesia, es San Francisco de Asís, que fue donado a la iglesia San Francisco
inicialmente, pero por la desaparición de San Agatón, Remedio de Armas, lo donó
a la Iglesia
de Mamatoco, para remplazar al que se llevaron”. [8]
La
descripción que hace la señora Rufina, del Santo Agatón, nos hace dibujar la
imagen de un mestizo, los rasgos cabello liso de color negro, y el atuendo de
la mochila, hacen alusión a su parte aborigen y su piel morena, así como el
atuendo del sombrero y la botella de ron, evocan a los negros o peones de las
fincas productoras de caña, que rodeaban a Mamatoco, y las vestiduras de habito
franciscano, lo enlazan con sus evangelizadores españoles. El mito de la
aparición del Santo Agatón, en el pueblo de Mamatoco, asociado a un cultivo de
caña de azúcar, resulta interesante toda vez, que podría apuntar hacia la
cronología de la introducción del santo o al inicio de las festividades. Y si
nos atenemos a que la
Hacienda San Pedro Alejandrino, fue fundada dentro del
territorio de los Mamatoco, a principios del siglo XVII, por el deán Francisco
Godoy y Cortesía,[9] y que el uso de sus
tierras fue casi exclusivo para el cultivo de la caña de azúcar, bien podríamos
considerar que el origen de las fiestas se remontan, a la primera mitad del
siglo XVII.
Acuarela
de un indígena del pueblo de
Bonda, 1845.[10]
Nótese
el parecido con la descripción que la señora Rufina Cabrera, hace
del San Agatón de Madera. “cabellos
liso, negro, como el de un indio,
usa sombrero y mochila terciada”.
La
importancia de San Agatón, como principal deidad de los Mamatoco, se manifiesta
en el censo del año 1743, levantado por don Joseph Leonardo del Villar, en
virtud de la comisión conferida por el gobernador y comandante general de la
ciudad y provincia de Santa Marta, Juan de Aristegui y Avilés, donde varios
indígenas aparecen referenciados con el nombre o apellido Agatón, así: Miguel
J. Agatón, de edad de 12 años, Juan Antonio Agatón de 21 años, Francisco Joseph
Agatón, de 19 años, Gabriel Agatón, de 10 años, Alexos Agatón, de 9 años, y en
el pueblo de Santa Cruz de Masinga, encontramos a Joseph Agatón Pérez de 8 años
4 meses de edad. [11]
La relación de los nombres de los indígenas con sus edades, nos hablan de lo
importante que es para los pobladores de Mamatoco, la figura religiosa de
Agatón, en la primera mitad del siglo XVIII, lo que sigue apuntando a que los
inicios de las fiestas o la introducción del santo al pueblo, pudo ser en el
siglo XVII, vale la pena señalar aquí, que aunque Agatón, no es el patrono
oficial que la iglesia contempla para éste pueblo, por serlo San Jerónimo, sólo
un indígena lleva este nombre o apellido, Miguel Jerónimo de 10 años de edad,
lo que demuestra la jerarquía de San Agatón sobre San Jerónimo en el panteón de
lo sagrado para los Mamatoco. En otras palabras los habitantes del pueblo
tenían un patrono, con el cual se identificaban religiosamente, (San Agatón),
mientras la iglesia católica, tenía otro, de carácter oficial (San Jerónimo),
que es el que aparece antecediendo al nombre del pueblo en los documentos
históricos, (San Jerónimo de Mamatoco).
La
señora Rufina Cabrera, señala varios elementos de la iconografía del Santo
Agatón, como las vestiduras de un fraile franciscano, talladas en el cuerpo de
madera del santo, lo que nos obliga a indagar acerca de las órdenes religiosas
que pudieran tener alguna ingerencia catequizadora en Mamatoco. Al parecer las
labores de evangelización en Santa Marta, primero estuvieron a cargo de los
dominicos, desde el año de 1529, hubo autorización del rey para que veinte de
éstos viniesen a Santa Marta, como efectivamente sucedió, iniciándose la
catequización de los indios que se habían conquistado[12],
Fr. Tomás Ortiz, sería nombrado primer obispo de Santa Marta, en 1531, y aunque
no logró consagrarse, hizo el primer repartimiento de los pueblos reducidos, a
los religiosos de su orden, con lo que empezó su labor de destruir “ídolos,
adoratorios, y gentílicos ritos, en que los indios vivían obstinados, y
exterminando el infernal vicio de la sodomía”.[13]
Pese a ser los dominicos, la primera orden religiosa en Santa Marta, no existen
pruebas documentales que nos indiquen que haya tenido presencia en Mamatoco.
Por
el contrario la presencia franciscana, en Santa Marta y Mamatoco, se muestra en
los documentos de forma contundente. Una real cédula del 20 de noviembre de
1532, dada a García de Lerma, gobernador de Santa Marta, donde se le comunica
el próximo viaje de religiosos franciscanos para el monasterio,[14]
hace suponer la presencia de esta orden en Santa Marta a partir de la fecha, de
igual forma la cédula expedida por la reina el 28 de enero del siguiente año de
1533, dirigida al provincial de la orden de San Francisco de Andalucía, nos
hace inferir la presencia franciscana en Santa Marta, en esta cédula, la reina
expone el caso del licenciado Alfonso de Tobes, que había sido nombrado por el
rey, para obispo de la provincia de Santa Marta, y al no haber llegado las
bulas, para su consagración y necesitándose esta persona en Santa Marta, le
solicita al provincial, que le dé poder a Tobes, para que haga sus veces, dando
uso y ejercicio de la jurisdicción eclesiástica de su orden en la provincia de
Santa Marta.[15]
El
historiador Fray Gregorio Arcila, Robledo, en su obra “Apuntes históricos de la
provincia franciscana de Colombia,” cita un cuadro estadístico de la provincia
de los franciscanos en el Nuevo Reino de Granada, para el año de 1569, donde
aparecen relacionados los conventos y sus doctrinas, tomado del historiador Ann
Waddingo, en dicho cuadro ya aparece relacionado el convento de San Antonio de
Santa Marta, y las doctrinas de los pueblos de Mamatoco, y Masinga, aunque mal
ubicadas pues aparecen en el cuadro correspondiente a las doctrinas de Musco o
Muzo[16].
Las doctrinas de Mamatoco y Masinga, más tarde serán nuevamente reasignadas a
la orden franciscana en 1597, situación que sigue apuntando a dos momentos o
fundaciones de los franciscanos en Santa Marta, pero que ante todo nos indica
un proceso de evangelización en Mamatoco, desde época temprana, en 1569, o
antes, en consonancia con la primera fundación de la orden en 1532.
Los
datos encontrados sobre los franciscanos en Santa Marta, apuntan a dos momentos
de fundación de ésta orden, uno a partir de 1532, y otro logrado en el año de
1597, cuando el obispo Fray Sebastián de Ocando, aprovechando que el convento
de San Francisco, de la ciudad de Cartagena, se declaró pertenecer a la
provincia del Nuevo Reino, solicitó se fundase en Santa Marta, convento de
dicha orden, como efectivamente lo consiguió, siendo su primer guardián y
fundador el P. Fr. Francisco de Ortiz de Oruño y otros religiosos, a quienes se
les agregó los curatos de Mamatoco y Masinga, para asegurar su permanencia.[17]
Es a partir de 1597, cuando el pueblo de Mamatoco, figurar de manera inequívoca
en los documentos históricos de Santa Marta, como objeto de catequización por
parte de los franciscanos, no olvidemos que Rufina Cabrera, aporta el dato de
las vestiduras franciscanas, conectando de esta forma al Santo Agatón, con esta
orden que desde época temprana, ejercía su influencia sobre los Mamatoco, Pero
la fecha exacta de la aparición o mejor de la introducción que los franciscanos
hacen de este Santo, se ignora hasta el momento, y sólo podemos suponer que
dado que esta orden entró en la vida de los Mamatoco, de manera determinante a
finales del siglo XVI, la introducción del Santo, pudo haber sido en la primera
mitad del siglo siguiente, (XVII).
En
el año de 1630, el padre Fray Francisco Cornejo, predicador y presidente del
convento de San Antonio de Santa Marta, recibió circular solemne de parte del
M. R. P. Fr. Lorenzo de Luna, ministro provincial de Santa Fe de Bogotá,
comunícale que, por orden del reverendísimo padre ministro general Fray
Bernardino de Sena y sus asesores, toda la provincia de Santa Fe del Nuevo
Reino de Granada, debía hacer informes y memorias de los religiosos, y del
aprovechamiento que en las doctrinas, sujetas a dicha provincia han hecho los
religiosos en la conversión de los naturales.[18]
Apartes de este documento nos permitirán ver las acciones de los franciscanos
en lo relacionado con las creencias religiosas de los Mamatoco.
El
R. P. Fr. Juan de Leiva, uno de los sacerdotes más antiguos de la orden los
franciscanos en Santa Marta, de edad de 68 años, fue uno de los primeros
declarantes, informando que: “Mamatoco, Daunama, Corinca, (o Cojinca), Tamacá,
son cuatro pueblos, de otra doctrina nuestra, los cuales tendrán hoy doscientos
indios, y por todos tendrán 500. Estos fueron en tiempo antiguo, mucho más
cantidad, habiendo sido baptizados por nuestros frailes”.[19]
En otra respuesta afirma “Y que ha
asistido con los dichos naturales el dicho religioso testigo espacio de treinta
y cuatro años, siendo uno de los obreros de Dios que en todo este tiempo no ha
sabido que ninguna otra religión haya administrado sacramentos ni menos suplido
por los nuestros, así ni más ni menos clérigos u otros sacerdotes”.[20]
De esta declaración podemos sacar varias conclusiones, la primera se deriva del
análisis de la cronología que aporta el declarante, teniendo en cuenta que el
documento citado es del año de 1630, y el Fraile, anota que viene trabajando
con los naturales por espacio de 34 años, al hacer los cálculos entre estos dos
datos, tenemos que se remonta al año 1596, lo que bien podría significar que es
un fraile anterior a la segunda fundación de la orden. Lo segundo es que su
testimonio apunta a que antes de ellos ninguna otra religión había estado en
los pueblos que se les asignaron, realizando labores de evangelización, lo que
explicaría la ausencia de documentos que afirmen la presencia de otra orden
religiosa en Mamatoco, antes que la franciscana.
El
mismo documento nos ofrece las declaraciones del padre predicador y misionero
Fray Lorenzo del Hoyo, de edad de 60 años, quién afirma que “la sabe de noticia
del tiempo que fue guardián del dicho convento, y que los ocho pueblos de
indios, Masinga la Grande,
Masinguilla, (o Masinguilla la chica), Choquencá, Mamatoco, Daunama, Corinca,
Tamacá, y otro que no se sabe el nombre, han sido doctrinados, desde su
principio y origen por religiosos de nuestra religión, sin intervenir otros,
ningunos. El declarante ratifica el pueblo de Mamatoco, y aporta los nombres de
otros, como pertenecientes al dominio religiosos de la orden franciscana.”[21]
Las
pesquisas que hemos venido analizando, realizadas en el año de 1630, nos dan
noticia del nombre del fraile que por esa época tenía a su cargo el curato de
Mamatoco, se trata del Fraile Bautista Carrión, de edad de 24 años, quien
además era cura de Tamacá, Daunama, y Curinca[22].
Las declaraciones del padre Fray Francisco Ramos, de 36 años de edad, fueron
tomadas ante el tribunal de Santa Marta, en el convento de San Luis, en la cual
nos informa que “dicho religioso testigo declara haberles quitado cinco ídolos
en quien los dichos indios adoraban, feos y abominables, poniéndose a riesgo de
muerte, por que fácilmente matan los dichos indios a los que procuran destruir
sus ritos y ceremonias y quitarles sus dioses antiguos que como a tales los
estiman.”[23] Estas declaraciones nos
resultan muy pertinentes pues aportan datos nuca antes encontrados en
cronistas, nos hablan de ídolos que adoraban los indios como a dioses, nos
muestra las impresiones del fraile, describiéndolos como (feos y abominables),
pero también nos hablan de la labor del fraile de quitarlos y destruirlos, y
sobretodo nos dice, del miedo de muerte al hacerlo.
En
el mismo sentido, el señor Cristóbal de Barrionuevo nos informa en su
declaración que el padre Fray Juan Bautista Carrión, “les sacó ahora por el mes
de diciembre del año de 30,[24]
a los indios de Tamacá, doctrina de su jurisdicción, cuatro ídolos: el uno
espantable, a semejanza del demonio, el otro un ejemplar de dos que están
cometiendo el pecado nefando[25],
y otras dos figuras de indio e india que por grandes idólatras adoraban como
santos.”[26] Estos datos nos ofrecen
mucho más detalles de los dioses de los indios, a través de la descripción que
hace el fraile de los ídolos, especificando sus características 1. (Espantable,
a semejanza con el demonio) 2. (Figura del acto nefando) 3. (Figura de indio a
manera de Santo) 4. (Figura de india, a manera de Santo) 5. (Feos y
abominables), estas percepciones que los frailes tenían de los dioses
indígenas, bien pudieron llevarlos a ingeniarse una forma para alejarlos de
éstos, sin poner en peligro sus vidas, al arrebatárselos a la fuerza. Queremos
resaltar aquí en especial, el hallazgo de la adoración o veneración de figuras
humanas, hombre o mujer, claro está, que estas debieron tener sus rasgos
físicos, siendo una representación de ellos mismos, por lo que muy seguramente
no se sentían identificados con los santos católicos, que los curas llevaban a
sus iglesias, los cuales poseían características físicas diferentes a las suyas
e iguales a las de sus opresores.
La
evangelización de los indígenas de Mamatoco y en general de los naturales de la
provincia de Santa Marta, no debió ser tarea fácil “las dificultades dice
Ramos, son mayores tratándose de los nuevamente misionados, pues les choca
infinito asistir a la doctrina, rezar, oír sermón, y así, para lograr su
conversión se tienen que valer, como dice lo hizo el declarante, de trazas
ingeniosas y de maternal dulzura”.[27]
No es atrevido asegurar que tal vez, una de estas “trazas ingeniosas,” de las
que habla el padre franciscano Francisco Ramos, misionero del pueblo de
Masinga, alrededor del año 1629, pudo dar origen a la ingeniosa idea de la
creación de un santo tan particular como Agatón, por iniciativa individual de
un fraile o por estratagema de la misma orden religiosa, lo cierto es que la
creación de un santo de las características de Agatón, podían facilitar las
labores de evangelización, aprovechado la costumbre que tenían los indígenas de
adorar figuras humanas, que de alguna manera los representaban.
En
este orden de ideas, creemos que los franciscanos, hicieron un santo que
físicamente se pareciera a los naturales de Mamatoco, claro está, ya mezclados
desde temprana época, con negros, características físicas que se pueden leer en la imagen del Santo de
Madera, desaparecido, (cabello liso negro, usando como atuendo mochila
terciada, o canastilla de paja) son condiciones propias de los indígenas, (piel
morena, usando de atuendos, sombrero y botella de ron). Son características de
los negros esclavos, ya mezclados racialmente, identificables como zambos, o
hasta mestizos si nos alejamos de la rigurosidad de esta clasificación racial,
dedicados al cultivo de caña en los alrededores de Mamatoco. De igual manera se
evidencia la influencia negra en el día que se escogió para celebrar estas
fiestas, mismo que nada tiene que ver con la forma como la iglesia ve a San
Agatón, pues en el santoral, estas fiestas se celebran el 10 de enero, mientras
que en Mamatoco, coinciden con los carnavales, donde San Agatón comparte el
panteón con dioses, como Baco, Arlequín, y Momo. Pero idear la confección de un
santo, que representara a los naturales, y sirviera de vinculo de identidad
para éstos, corría el riesgo de acentuarles la idolatría, al estimular su
propia adoración, y por el contrario el santo debía simbolizar la sumisión
religiosa, así que, para ello lo vestirían con los atuendos de la orden de los
franciscanos, (túnica y cordón), misma a la que debían los indígenas mostrar
respeto y autoridad religiosa, así tendríamos una nueva deidad o híbrido entre
los dioses indígenas, negros, y los Santos católicos, con lo cual los naturales
de Mamatoco, se verían reflejados en él, y las labores de evangelización se
harían mucho más fáciles, pero para que fuese completa la obra, el encuentro de
la nueva deidad (San Agatón) con sus potenciales idolatras, debía ser místico y
casual, y que más oportuno, que dejarlo en un sitio donde obligatoriamente
sería encontrado, el lugar de las faenas agrícolas, en este caso posiblemente
un cañadulzal, o según otra versión la orilla del Río Manzanares, después de
una creciente[28]. Pero por supuesto todas
estas son conjeturas y no existen mayores pruebas documentales, que las que
hemos aportado para llegar a esta hipótesis, dejamos al lector la libertad de
asumirlas como una posibilidad o refutarlas según se aporten nuevos datos a la
discusión.
Desaparición
del Santo Agatón.
Por
el momento hemos analizado el posible origen del Santo Agatón, desde lo mítico,
hasta lo históricamente comprobable, ahora examinaremos los hechos de su desaparición,
apoyándonos en algunos testimonios de fuente oral, recogidos por el profesor
Roque Campo y Gilberto Mendoza, en una monografía titulada “Mamatoco, historia
oculta de una comunidad olvidada,” los testimonios allí consignados tienen gran
valor para nuestra investigación, pues aportan información de testigos
presénciales de los hechos, que hoy sería imposible obtener de otra manera,
pues la mayoría de ellos ya han desaparecido. Sobre la perdida del Santo
Agatón, señala el señor Bienvenido Peña “era por cierto un viernes que caía un
fuerte aguacero; el sacristán Tomás Peña tuvo que ver con eso, por que él tenía
la iglesia bajo su cuidado y fue así como vino un carro y se llevaron los dos
santos”.[29] En el mismo sentido
Humberto Avendaño, aporta otros elementos, “yo estaba muy joven cuando eso
sucedió, pero sí recuerdo que fue un viernes del mes de octubre y que eran de
las dos a las tres de la tarde y caía sobre Mamatoco, un torrencial aguacero y
llegó un carro de color negro de Santa Marta; aprovechando el aguacero se lo
llevaron”.[30] Estas declaraciones son
muy dicientes acerca de la manera como desapareció el Santo Agatón de la
iglesia de Mamatoco, pero hasta el momento no hay claridad de los autores
intelectuales de tal hecho, y mucho menos del motivo que tuvieron.
El San Agatón, que desapareció de Mamatoco.
El
señor Humberto Avendaño Candelario, aporta información que apuntan hacia los
autores de la desaparición del santo, “En cuanto a la desaparición de los
santos[31]
a mí me parece una cosa; el obispo y el padre Luis no podían tener el derecho,
de decidir por la suerte de los santos, a pesar de que ellos eran de la
iglesia; pero considero que hay que respetar la historia del pueblo y sus
creencias”.[32] En el mismo sentido dice
Bienvenido, “La decisión del cambio de los santos debió ser del obispo”.[33] Las declaraciones comprometen a dos personas
en la desaparición del Santo Agatón, el obispo de Santa Marta, Joaquín García
Benítez, quien se posesionó en su cargo, el 19 de Marzo de 1918,[34]
y el cura de Mamatoco, Luís García Benítez, al parecer hermano del obispo, y
conocido por ser el autor del libro “Reseña Histórica de los obispos que han
regentado la Diócesis
de Santa Marta”. En el boletín eclesiástico encontramos lo dispuesto por la iglesia
para casos de cambio de imágenes “para poder cambiar la imagen principal de un
altar por otra, es necesario el permiso del obispo, y si fuese la del titular
de un altar fijo, se necesita indulto apostólico”,[35]
de lo que se colige, que la substracción de los santos, Jerónimo, titular del
pueblo de Mamatoco, y Agatón, patrono por antonomasia de los pobladores, se
hizo por orden del obispo, y el cura fue el ejecutor de tal orden, quedando
así, por resolver los móviles que indujeron al obispo a tomar tal decisión.
Creemos
que las declaraciones de Moisés Candelario, nos pueden ayudar a aclarar la
causa de los hechos que condujeron a la desaparición de los santos en Mamatoco,
“Con relación a San Agatón hubo aquí un problema, en el sentido del robo de los
santos y el pueblo estaba un poco rebelde y para unas fiestas la gente llevaba
la procesión, por una de las calles y para demorarla no caminaban lo normal...
caminaban dos pasos hacia adelante y regresaban uno... y cuando pasaban por el
lado de la playita fue cuando se presentó el accidente y fue cuando el cura se
disgustó por la demora y dijo que iba a dejar sola la procesión en la calle,
por que ya era muy tarde; entonces la gente le dijo que se fuera y el cura
arrancó a correr: la gente lo cogió y le dio una paliza que lo dejaron por
muerto; más tarde se supo que el padre murió y por eso a Mamatoco se le conoce
como “mata cura”, y después de esto fue cuando se robaron los santos; al poco
tiempo del accidente del cura en la procesión, nombraron al padre Luis y desde
un comienzo en sus predicas empezó a echarles pullitas al pueblo y lo
culpabilizaba de la muerte del padre”.[36]
Rafael
Núñez, nos dice que al cura no le pegaron, sino que se le pisó la sotana, en
medio de su carrera por abandonar la procesión, y que producto de esto, su cara
fue a dar contra el suelo, haciéndose heridas, lo que originó que el pueblo de
Mamatoco, fuera excomulgado. De lo sucedido en la procesión de San Agatón,
creemos que es lo suficientemente diciente, como para asegurar que el motivo
que tuvo el señor obispo Joaquín García Benítez y el cura Luís, para
desaparecer el santo Agatón de la iglesia de Mamatoco, fue el ánimo de acabar
con las particulares formas de celebrar este rito de procesión, donde se avanza
muy poco, y a paso lento, gracias a su especial característica de dar varios
pasos hacia a delante y unos pocos hacia a tras, de manera continua, hasta
retornar a la iglesia. Lo que, en el caso descrito por nuestros informantes,
terminó por desesperar al cura, que se enfrentó al pueblo, resultando agredido.
En cierta forma el robo de los patronos de Mamatoco, San Agatón y San Jerónimo,
puede tomarse como una venganza, por parte del señor obispo, Joaquín García
Benítez, para de alguna manera cobrarle lo sucedido a su párroco en ese pueblo.
Vale
la pena anotar aquí, que aún la desaparición del Santo Agatón, y su posterior
reemplazo, no logró en manera alguna acabar con la forma en que se había venido
desarrollando el rito de la procesión, y en contraposición cada año toma nuevos
matices, que en todo caso se alejan de las pretensiones de la iglesia.
Retrato del señor Obispo Joaquín García Benítez.
El anhelo del retorno de San Agatón.
La
desaparición del Santo Agatón, creó gran revuelo entre los moradores de
Mamatoco, y las acciones no se hicieron esperar, al respecto nos cuenta
Bienvenido, “nos reunimos y decidimos mandar una comisión a donde el señor
obispo para que nos trajeran los santos por que el pueblo se esta acabando; fui
yo, Luis Rodríguez, Urbano Candelario, Andrés Tejada y encontramos al obispo y
le contamos todo lo que estaba pasando en Mamatoco y nos dijo: ¿quién les dijo
a ustedes que ese es San Agatón? Ese es San Francisco; ustedes tienen una creencia muy vana, ustedes creen que es
posible, y sacó el retrato de su mamá, que yo baje ahora esas escaleras y yo me
valla a caer y mi mamá evite que yo me caiga de las escaleras; no señor¡
déjense de eso¡. Entonces yo les dije a los demás: vamos si nos pone esa
comparación con su propia mamá, que podemos esperar”.[37]
Las
acciones desesperadas de los pobladores de Mamatoco, por recuperar el Santo
Agatón, no surtieron ningún resultado, y desde entonces guardan las esperanzas
de que este vuelva, el anhelo de volver a ver el santo fue tan fuerte como alucinante,
dando origen a historias fantásticas entre los moradores, La señora Rufina,
recuerda que alguien le contó, que en el cerro del cementerio, donde hoy está
el acueducto de la ciudad, al hijo de
Tomás Peña, antiguo sacristán de Mamatoco, que estaba pastoreando el ganado, se
le apareció un indiecito, San Agatón, por que él es vivo¡, y que le había dicho
al muchacho que quería que lo regresaran a su capilla, y que su padre Tomás, no
le había creído[38]. La señora Carolina
Cabrera, nos comentó que ella había escuchado de los mayores, que luego que el
cura se fue de Mamatoco, fue victima de una enfermedad de artritis, que manos y
pies se le entumieron y que el santo se le aparecía pidiéndole que lo regresara
a su capilla, a cambio de curarlo[39]. Una historia parecida cuenta Bienvenido,
“dicen que al poco tiempo de haberse ido el padre Luis de aquí, le cayó un
hongo en los dedos que le iba caminando por la piel; dicen que fue castigo de
San Agatón”.[40]
Hoy
día, los habitantes de Mamatoco, siguen guardando las esperanzas de recuperar
el santo perdido, la señora Rufina, nos contaba que hubo un tiempo en que
creían que era el de la iglesia de Taganga, donde también hay un Agatón, y no
faltó el que quisiera ir atraerlo de vuelta, pero al final nadie lo hizo, los Tagangueros
estaban pendientes, y después la gente entendió que eran dos iguales[41].
Respecto de esto, se le preguntó al señor
José Isabel, del pueblo de Taganga, y nos dijo que “siempre se pensó que
se lo podían robar, para hacer el canje, pero nunca”.[42]
José
Isabel nos informó que “aquí en Santa Marta, hay tres San Agatón, de pronto
ustedes..., hay uno en Masinga por ejemplo, el de Mamatoco por ejemplo, este se
lo robaron, el San Agatón de Mamatoco, no es como el de acá”. “el de Masinga es
pequeño también, un poco más grande que el de aquí, yo también lo conozco.
Ellos son sí, de madera! Por la parte de adentro, yeso por la parte de afuera.
El de aquí de Taganga es de madera”. Los
sitios que señala José Isabel, pertenecieron al dominio de la orden de San Francisco.
Al
escuchar hablar a José Isabel, del Santo Agatón de Taganga, nos llamó
poderosamente la atención, que se refiriera a él en un tono muy cercano y
amigable, como si fura un hombre más del pueblo, y nos contó que “a veces le
decimos el man, a veces, a veces no quiere dar nada, a veces le decimos, joda.
tu que te portas mal con nosotros y nosotros que te bañamos, (risas), te voy a
meter un correazo. Llegamos a veces le pegamos su correazo, tu te portas mal
con nosotros, a veces le va a uno como mal, está haciéndole uno las fiestas
todos los años y el se porta mal con uno, a veces uno le hecha hasta eche, así,
hablando, así que parece que fuera uno mismo, joda. Pero tú, así le habla uno,
se queda uno quieto, así cualquiera de ellos le dice la misma vaina,
cualquiera, cualquiera, del personal le echan su poco de vaina, y parece que
fuera una comunicación como de entre vivos, lo regaña uno, joda. Verdad, esta
uno haga la fiesta cómprese la boleta, hace de todo uno, le hace de todo, todos
lo regañamos, boletas para hacerle la fiesta, rifas, camina uno pa’ allá y tu
que no nos das nada, esperate pa’ que veas, lo regaña uno. El de Mamatoco, si
es como malo, del tipo dicen que anteriormente según la idea que había, dice
que cuando el no quería salir no salía, claro eso es cierto, se ponía pesado el
de Mamatoco, el de aquí es folclórico.”
José
Isabel, hace extensivo el trato de familiaridad que tiene con el Agatón de
Taganga al de Mamatoco, sin duda esto nos demuestra, un sentimiento de
identidad, de la gente hacia el santo, tengamos en cuenta que Taganga, al igual
que Mamatoco, fue pueblo de indígenas. En el trato del pueblo hacia el Santo
Agatón, se eliminan las distancias entre
lo terrenal y lo divino, creándose una relación de familiaridad, donde el santo
es tratado como un miembro más del poblado, al que se le ruega para obtener un
favor, pero de igual forma se le regaña y castiga de no concederlo, son estas
peculiaridades, propias sólo de la relación la gente con San Agatón, pues con
los demás santos no existe este trato familiar. Características que han hecho
que los Mamatoco, añoren el regreso de su santo, pues a lo mejor sienten que
han perdido a uno más de sus habitantes.
El San Agatón, de Taganga.
La
señora Rufina, señala que Rosario Martínez, había visto el santo perdido de
Mamatoco, en Sampués, y en conversaciones con la señora Luisa Pallares,
encontramos la misma referencia, nos decía ella “que había ido en peregrinación
a la villa de San Benito de Abad, a ver al cristo milagroso, y que pasando por
la iglesia de San Pues, había visto un santo que ya otras personas le habían
dicho era el de Mamatoco, que fuéramos a verlo por que es de madera como era el
de acá, y negro”.[43] La señora Elvira Núñez, también nos había
comentado que ella estaba casi segura que el santo de San Pues, era el de
Mamatoco, por que esa gente se ponía muy recelosa cuando tenía conocimiento que
un Mamatoquero, estaba en el pueblo, por que piensan que se van a llevar al
santo,[44]
y de igual forma nos invitó a ir a comprobarlo.
Decidimos
desplazarnos hasta el pueblo de Sampués, en el departamento de Sucre, para comprobar las versiones de los habitantes de
Mamatoco, inicialmente nos dirigimos hacia la iglesia del pueblo, y pudimos
constatar que en ella, también hay un Santo Agatón, y como dato curioso, de la
misma manera como en Mamatoco, no es el titular de la iglesia, allá tampoco lo
es, el patrono de San Pues, es San Juan Evangelista, pero Agatón tiene mucha
más fuerza que el oficial, y sus fiestas son más importantes. Existe mucha
similitud no sólo en este punto sino en lo que tiene que ver con la costumbre
de vestirlo con trajes. En Sampués, Agatón, luce finos atuendos de Papa, que
los habitantes más acaudalados donan cada año. Encontramos en la iglesia al
cura Muente Prieto, recién nombrado a esta iglesia, por cuanto no pudo darnos
mayor información acerca del santo, pero si nos habló del cura a quién él,
había remplazado, que todavía vivía en la casa cural, y que ya estaba muy anciano,
se trataba del cura José María Gallo, quién inicialmente no nos quiso recibir,
con lo cual iniciamos nuestras entrevistas en la comunidad de San Pués.
Nuestros
principales, informantes en Sampués, fueron Agustina Martínez, y Cesar
Martínez, al escuchar a estos dos informantes seguimos, encontrando similitudes
entre el santo de Mamatoco, y el de Sampués, a tal punto que de pronto, de
manera a priori y sin contemplar el resto de pruebas llegamos a pensar
irresponsablemente que se trataba del mismo bulto de Agatón. Agustina, nos
comentaban que el santo había sido encontrado por indígenas, en un pastizal
después de una quemada, para cultivar. Esta información es homóloga a la de
Mamatoco, variando sólo la actividad agraria, la quema del pastizal por el corte
de caña, como dato místico nos dice que lo pintaban y al día siguiente se le
caía la pintura, y que hace algún tiempo le celebraban sus fiestas con la danza
de los diablitos, “le decían los diablitos, esos diablitos habían a caballo a
“jacha chachachá” y de todo había en la danza y hacían “hijiji hijiji”. Iban
bailando detrás del santo. El santo debe ser muy viejo desde que yo lo
conozco!, el santo que tenemos acá es de madera”. Estas declaraciones nos
hacían pensar aún más en la similitud con el santo de Mamatoco que era de
madrea. La señora Agustina, nos llevó donde Cesar Martínez, quien al parecer
era el que tenía mucha mas información acerca del Santo[45].
Cesar
Martínez, referente al santo nos dice “según el historial lo encontraron en los
montes de Escorabajo?, dicen que unos indígenas quemando para la rosa, para el
cultivo, después de quemado el monte y todo eso, y lo hallaron entonces,
encontraron la imagen allí, entonces ellos la declararon sagrada para ellos, y
me imagino que en esa época le rendían, ofrecían danzas no!, usted sabe que
siempre los rituales eran de danzas.” “la imagen original era de oro puro, esta
no es la original, la original se la robó un cura de apellido...como es que es
....el padre.....? algo así, la imagen amaneció pero no anocheció, entonces la
gente dice, que la leyenda, el carro donde iba se espichó eso es lo que
cuentan, que tal y cual, pero que al fin se la llevo, eso es lo que comentan
los antiguos, luego la remplazó por la que está aquí, trajeron una de tres
cruces, pero la gente no la aceptó, luego trajeron la que está acá. Esta es
viejísima por que yo tengo cincuenta y pico de años, y a mí me tocó retocarla,
cuando yo no he retocado en años, hace por ejemplo cuando iniciándome yo en el
arte treinta y cinco años atrás, y ya eso era imagen”, al preguntarle que color
tenía la imagen antes de retocarla me dijo que era oscura, “mi mamá más que
todo conoció la imagen la original y ella me contó que era de color oscuro, era
negro, por esos de ahí, que la gente decía, que te va a castigar el negrito,
eso era otro tema que tenía la gente.” La información aportada por Cesar, nos
inducía a creer en las historias de los habitantes de Mamatoco, la duda nos
asaltaba si estábamos en realidad ante el encuentro de la imagen perdida.[46]
Al
preguntarle a Cesar, si el santo era de yeso o de madera, me respondió “eso es
de madera por dentro está la figura con el traje y todo en madera tallado, uno
le alza la falda y está dentro, un fraile es lo que yo recuerdo” Le dijimos que
ya habíamos estado en la iglesia pero el santo estaba vestido y no pudimos
observar lo que nos estaba contando, y siguió informándonos “si está vestido,
eso fue lo que yo conocí, por que a mí me tocaba....y yo le quitaba todo y
hasta las manos se le quitaban, son desprendibles, yo lo registraba todo,
...era de madrea por que yo inclusive, no le doy seguridad pero a mí me parece
que yo miré la fecha en la parte de atrás, ha menos que lo hayan cambiado, que
tiene sin exagerar como 20 años, pero la fecha del santo es como de 1700.[47]
Ante
la anterior versión que contenía tantas cosas en común con la historia de
Mamatoco, lo convencimos para que nos acompañara de nuevo a la iglesia y así el
cura nos permitiera examinar el santo sin las vestiduras de tela, quién muy
amablemente nos acompañó. Pero antes le seguimos indagando sobre la danza que
acompañaba a San Agatón, durante la
procesión, si no le parecía contradictorio que un santo fuese acompañado por
una danza de los diablitos, “eso es contradictorio, eso es de descendencia
indígena, por que eso viene cuando los africanos directamente ellos se sabe que
hacían danzas, entonces las imágenes que cogían era porque ellos le rendían
culto al dios baco, en ese entonces ellos fueron transmitiendo, es que eso
tiene su influencia africana. Al preguntarle si en Sampués, hubo asentamientos
de negros me respondió que “por aquí cerquíta lo que es San Onofre y Tolú, aquí
cerquita teníamos todo eso, por acá se entro mucha gente pero los indígenas si
eran los Zenúes, indios, indios. De allí ellos como que le rendían culto
prácticamente al diablo, en otras palabras entonces ellos mezclaron esa danza
con la imagen del santo. Usted sabe que en esa época la gente era muy crédula
entonces confundían las cosas y mezclaron lo diabólico con los santos, y ahí
..... entonces estos como venían con la trayectoria de la danza por que según
lo que explica, es que cuando lo encontraron, hicieron danza, hicieron como
culto de adoración, pero lo encontraron los indígenas.” [48]
Todas
las declaraciones de Cesar Martínez, nos muestra una gran similitud con la
historia de los Mamatoco, desde el origen mítico de la aparición del santo, la
relación de lo indígena con las creencias negras, el hecho de que el santo
fuese de madera, y que tuviese las vestiduras de un fraile, talladas en su
cuerpo, nos crean gran confusión, mismas que sólo podrían aclararse al examinar
el santo minuciosamente sin las vestiduras de tela, cosa que pudimos hacer al
final de la tarde, con la ayuda de Cesar, y una buena mujer que es la encargada
de vestir al santo. Al entrar a la iglesia el cura Gallo, que al principio, no
nos había querido atender se acercó, e intercambiamos algunas palabras, y en
algún momento nos dijo que las novenas que le hacían en Sampués, a San Agatón,
eran las mismas que en Mamatoco,[49]
estas palabras en el momento se podían interpretar como que el santo era el
mismo de Mamatoco, lo que nos motivó aún más a examinar el santo y salir de
dudas.
Al
examinar el Santo Agatón, sin las vestiduras de tela, fue visible un hábito de
fraile, el material del que estaba hecho era efectivamente de madera, como el
santo desaparecido de Mamatoco, pero había un detalle que no encajaba con los
relatos obtenidos de Rufina Cabrera, el santo original de Mamatoco, estaba
vestido de un habito de fraile franciscano, que sabemos se caracteriza por ser
(una túnica con capilla y cordón a la cintura),[50]
y lo que en ese momento estábamos observando en el Santo de Sampués, era un
habito de fraile, (de color negro, con capuchón, y correa al cinto). Este
detalle de la correa inmediatamente descarta que sea el santo de Mamatoco, pues
debió tener un cordón, que es lo que distingue a los franciscanos, mientras que
la descripción iconográfica del Santo Agatón de Sampués, lo sitúa dentro de la
orden de los Agustinos, y no en la de los franciscanos. No debemos olvidar que
el hoy territorio de Sampués, departamento de Sucre, perteneció en otrora a la
provincia de Cartagena, como lo constata, un cuadro de la población de cada uno
de los distritos parroquiales que tenía la provincia, según el censo de 1851,
donde aparece el distrito parroquial de Sampués, perteneciente al cantón de
Chinú, en la provincia de Cartagena,[51]
así como tampoco debemos olvidar que es en la provincia de Cartagena donde los
Agustinos, tuvieron su labor de evangelización desde el año de 1582, cuando
fundan el convento del nombre de su orden,[52]
Mientras que en la ciudad de Santa Marta, no hubo presencia de la orden de los
Agustinos, por tal razón queda totalmente descartada la posibilidad que el
santo que existe en Sampués, sea el perdido por los habitantes de Mamatoco,
alrededor del año 1932.
La
existencia de San Agatón en Sampués, en Taganga, en Mamatoco, y en Masinga, lo
que comprueba es que se trata de un fenómeno religioso común en el Caribe
colombiano, que encierra toda una gama de creencias culturales, mágico
religiosas, que generan hoy día, un especial sentido de arraigo, en los pueblos
mencionados, que en su afán por conservar sus ritos, se unen, socialmente,
formando una barrera protectora, contra la perdida de memoria colectiva.
Una
cosa significa San Agatón, para los habitantes de Mamatoco, y otra para la
iglesia católica, quién se limita a verlo como un Papa, natural de Palermo
(Sicilia). Perteneciente a la orden de San Benito; de padres ricos, a cuya
muerte distribuyó entre los pobres sus bienes, retirándose al monasterio de San
Hermes, en su ciudad natal, siendo elevado por el Papa a la dignidad sacerdotal
en 677. Elegido para suceder al Papa Dono, fue consagrado en 27 de junio del
678, ocupando el 79°. Lugar entre los pontífices romanos. Para acudir en
remedio de la iglesia, combatida por la herejía monotelita, y después de
repuesto Velfrido en la sede York, reunió en Roma un Concilio, en marzo de 680,
al que concurrieron más de 120 obispos; condenó a los monotelitas, y dispuso
las materias que debían tratarse en el concilio general, próximo a celebrarse
en Constantinopla, cuyas sesiones duraron desde el 7 de noviembre de 680, hasta
el 11 de septiembre de 681, y en el cual fue nuevamente condenada dicha
herejía, escribiendo una carta al emperador Constantino Pogonato, carta que fue
aprobada por el concilio y declarado su contenido como artículo de fe, y de la
que el mismo concilio dijo que Pedro había hablado por la boca de Agatón.
Anastasio dice de el que sus muchos milagros le merecieron el nombre de
Taumaturgo. Consiguió este santo pontífice abolir el tributo exigido por los
emperadores a los Papas al tiempo de su elección. Navaes es de opinión que este
Papa murió a los ciento siete años de edad, el diez de enero del año 682, tras
un breve pero fructuosos pontificado de tres años, seis meses y catorce días,
durante el cual estableció el culto a San Sebastián.[53]
La
señora Rufina, nos cuenta “Yo tenía alrededor de 10 años cuando hice la primera
comunión y me regalaron una estampita del nuevo santo, que siguieron llamando
San Agatón”.[54]
Estampa
de San Agatón, de 1932, propiedad de Rufina Cabrera:
“Recuerdo
de
la bendición de la imagen
de San
Agatón titular
de la iglesia de
Mamatoco, hecha por
el Excmo. Sr. Obispo
de la Diócesis.
Doctor Don Joaquín
García
Mamatoco
12 de junio de 1932.
El
documento de la nueva imagen de San Agatón,
en el margen izquierdo y terminando en el superior tiene anotado en
letra cursiva a mano “es propiedad de la niña Rufina Cabrera”, en el margen
derecho dice en letra de imprenta y en mayúscula “CARTE POSTALE”.
La
estampa, nos sirve para datar la desaparición del Santo original (de madera o
de palo), todo indica que es el mismo año de la aparición del nuevo, en el
primer semestre de 1932.
El rito de la procesión de San Agatón.
La procesión de
San Agatón, coincide siempre con el sábado de carnavales, es una fiesta movible
y a veces se celebra en febrero y otras en marzo. El santo sale de la iglesia
en hombros de los habitantes, por lo general miembros de la familia Núñez,
Henríquez, Ruiz, Avendaño, Candelario, Martínez, entre otras, tradicionales del
lugar, es un honor cargar en hombros al milagroso San Agatón, los visitantes al
pueblo, por lo general no lo pueden hacer, el santo es suspendido en hombros
por alrededor de unas diez personas, aunque en el trascurso del recorrido se
pueden intercambiar, para descansar. Los cargadores de la parte de adelante por
lo general son los más diestros en el oficio, pues prácticamente dirigen el
ritual de la procesión, en cuanto a la forma como se mueve el santo, y la
rapidez o lentitud al caminar en la procesión.
El
ritual o procesión se divide esencialmente en dos partes, una a la cabeza del
cura de turno, quién va rodeado de su sequito, y de las más beatas del pueblo,
estos por lo general se distancian del santo, lo suficiente para presionar a
los que lo carga para que apuren el paso, pero al no lograrlo, son ellos,
quienes debe hacer un alto y esperar al grueso de la multitud que va con el
santo, que pueden llegar hacer unas cinco mil personas, entre propios, y
visitantes que vienen de todas partes de la ciudad, en especial de los pueblos,
de las faldas de la
Sierra Nevada de Santa Marta, así como del departamento del
Atlántico, concretamente de los municipios,
Malambo, y Baranóa.
Es
común ver a los niños vestidos como el santo, gorro y capa roja, así como a
otros disfrazados de burro, u otros temas alusivos al carnaval, algunos lo
hacen para pagar mandas propias como el caso del personaje del Burro, que cada
año se disfraza, de blanco, luciendo una banda roja, Con las palabras San Agatón,
y una cabeza de burro, tallada en madera. Los niños, están pagando mandas
hechas por sus padres, relacionadas con la salud de ellos mismos, y que al
recibir el favor del santo, se institucionaliza esta forma de pago de manda,
por el tiempo que dure la niñez del favorecido, sin embargo éste quedará
matriculado a estas fiestas aún siendo adulto.
La
procesión hace algunas paradas claves, en las casas que de antemano han pedido
al cura las bendiga, pero el santo a veces se detiene en alguna casa sin previo
compromiso con el cura, por iniciativa propia de los que cargan el santo, para
honrar a una persona en especial o a una familia, por la que se desea con
fervor reciba las bendiciones del santo milagroso, para la salud, o la
prosperidad. En los últimos años se ha detenido frente a la casa de doña, Rita
Barros, habitante que goza de un especial respeto dentro de los habitantes de
Mamatoco, entre otros por sus grandes servicios como enfermera en el puesto de
salud del barrio.
Pero
volvamos a las peculiaridades del rito en sí, cuando el santo sale de la
iglesia, lleva hermosos arreglos florales, su corona metálica que es movible, y
su enorme capa roja, impecable, transcurridas algunas cuadras, la gente le
empieza a rociar polvos, o Maizena, así como ron, de tal suerte que el ron
humedece la Maizena,
y tanto la capa como el rostro y cuerpo del santo terminan, untados, de blanco,
y los hermosos ramos florales, son deshechos por las cientos de personas que
quieren llevarse una flor del milagroso para sus hogares.
Delante
del santo, va una banda de músicos, conocida comúnmente como papayera, o
chupacobre, que ameniza la procesión, con la cual, se va bailando al santo al
son de la música, de una lado para el otro, de izquierda a derecha y delante
hacia atrás, las personas que cargan al santo en la parte de adelante marcan el
paso de avanzada, siempre son varios pasos, quizás unos nueve en promedio, por
que no hay una regla que diga cuantos, y unos cuantos menos hacia atrás, de tal
suerte que el avance es lento, y si tenemos en cuenta la multitud de la gente,
que se atropellan unos a otros, en las cercanías del santo, donde se concentra
la explosión de euforia de los pobladores, el trayecto se hace largo, aunque en
realidad, sólo sean unas cuantas cuadras, que en condiciones normales se podían
recorrer rápidamente, pero dadas las características del ritual, el retorno del
santo a la iglesia se hace entre dos a dos horas y media, realmente el tiempo
depende de cómo se de el manejo de fuerzas entre el cura y la gente que carga
el santo, si el cura presiona y presiona, se mueve muchos mas “rápido” pero si
el cura toma las cosas con tranquilidad, la Lentitud, puede hacer del rito, un acto casi
interminable, pues la gente canta y baila, se divierten, consumen licor, y
echan voladores o cohetes, explosivos, nunca de colores en la procesión, las
luces vistosas se queman en la noche del viernes de vísperas. De tal suerte que
el propósito de los que cargan el santo pareciera el de llegar lo más tarde
posible a la iglesia.
Algunas
personas, caminan la procesión descalzas, o de espaldas, para pagar mandas,
pero otras sólo van a divertirse, en lo que más parece un carnaval que una rito
religioso católico, los disfraces se mezclan con los caimanes, que son los
mismos que han sacado en comparsas el 20 de enero, además de la gente
disfrazada, caminan la procesión varias comparsas, algunas de niños, otras de
ancianos, y jóvenes, finalmente llega a las puertas de la iglesia, y como si no
hubiese sido poco el tiempo, lo bailan y dan vueltas, en el atrio, para
despedirse hasta el otro año, cuando salga el santo parrandero.
Podemos
resaltar que el rito tiene dos fuerzas representativas, la que representa a la
iglesia, encarnada en el cura y su sequito, y la representada por el pueblo,
con sus costumbres, ancestrales. Durante la procesión estas dos fuerzas se
miden, cada año independientemente de quién se el cura o los que carguen al
santo, esta lucha se repite, para mantener un delicado equilibrio, entre lo
religiosos y lo pagano, en las observaciones que hemos hechos de estas fiestas
en los últimos diez años, este delicado equilibrio se ha roto, en varias
ocasiones, por situaciones de orden público, y sólo en una de ella, pasó algo
que nunca se había visto, era el año de 2002, en esta procesión no se bailó el
santo, ni se le permitió a los visitantes echarle ron o Maizena, la gente de
fuera no podía entender por qué, pero sin que se hubiese planeado, todos los
oriundos de Mamatoco, asumieron una postura diferente a la de otros años, no
había cantos, ni se bailaba el santo, no era una típica procesión de San
Agatón, era más bien una marcha de protesta, una marcha fúnebre. Se había roto
el equilibrio de las fuerzas, y había imperado el comportamiento, que siempre
había esperado cualquier cura, que guiase la procesión.
Este
comportamiento, obedeció a una respuesta del pueblo, a los ataques de los
grupos armados al margen de la ley, que por esos días sometieron al pueblo con
sus reglas, no podían estar en las esquinas, cuando la vida de los habitantes
de Mamatoco, se hace en las esquinas, no se podía estar en la calle, después de
cierta hora, y habían muerto días antes de las fiestas de San Agatón, varias
personas, a manos de estos grupos al margen de la ley, entonces comprendimos
que las fiestas de San Agatón, son mucho más que un cúmulo de creencias
ancestrales, hoy día es una forma de expresión, y de identidad.
El rito para los pobladores.
El
rito de la procesión, de San Agatón, difícilmente se puede separar de los
carnavales, de hecho en la opinión de los habitantes de Mamatoco, una y otra
son la misma cosa, Gabriel Pérez, dice “las cumbiambas y bailes particulares,
por marcar; los días que se ponían cumbiamba eran los días de fiesta, el día de
San Agatón,” continúa al respecto “Los bailes
se componían por cumbiambas, como les he dicho, al son de tambores, acordeones,
guacharacas; divertirse todos los familiares, del pueblo, y los que no eran del
pueblo, por que iban era a eso”.[55]
Al parecer las fiestas de San Agatón, valga decir, la procesión, siempre estuvo
marcada por la presencia de las danzas o cumbiambas, un elemento característico
de los carnavales de hoy día, pero que en el siglo XIX, en Santa Marta, y
concretamente en Mamatoco, eran inherentes a los festejos religiosos, ya del patrón,
San Jerónimo, ya del patrono Agatón, o de cualquier otro santo, así nos lo
prueba una carta del 5 de septiembre de 1887, dirigida al señor obispo de Santa
Marta, José romero, por el alcalde del distrito:
“en virtud de la prohibición que S. S. se sirvió
indicarme hiciera de las danzas de diablos, y cucambas en las fiestas religiosas que tuvo lugar ayer en
la aldea de Mamatoco, ordené al corregidor de aquella sección, que no
permitiera salida como dichas danzas habrían de salir, aquél empleado al ejecutar
mi orden, que no pudo cumplir, me dirigió la nota que inserto.
“corregiduría
de la sección = Mamatoco, septiembre 4 de 1887 = señor Alcalde del distrito
Santa Marta, al dar cumplimiento de la orden que resuélveme comunico para que
no consienta la danza de diablos y cucambas en la sección de mi mando, en la
función religiosa, que tenía lugar, el día de hoy; al prohibirlas, el señor
canónigo Calixto de J. Gómez me dijo estas palabras: que podían salir dichas
danzas después de haber salido la majestad. Para que fuera haciendo homenaje en
cada uno de los altares =
Participo
a usted esta novedad para su conocimiento = Dios Guarde a usted Julián Rosado =
Sin
embargo a mi llegada a aquella sección en donde encontré las danzas mencionadas
los hice disolver y retirar a sus casas.
Lo
que participo a su señoría para su conocimiento.
Dios
guarde a su señoría.
Joaquín
Hernández”.[56]
Este
documento histórico, nos ilustra sobre las prohibiciones que hace la iglesia a
la presencia de danzas, como la de los diablitos, y la cucamba, en las
ceremonias religiosas de Mamatoco. La fiesta a la que se refiere el documento,
no se especifica, pero podría
corresponder a la celebración de San Gregorio, aunque hoy día no hay memoria de
esta fiesta entre los pobladores, en este mismo mes, se realizan las fiestas
del patrono San Jerónimo. El caso es que estas danzas o cumbiambas eran comunes
en Mamatoco, en las procesiones, y no hay que olvidar que al referirnos a las
fiestas de San Agatón en Sampués, estas se celebraban hasta hace muy poco
tiempo con una danza de los diablitos, lo que indica un fenómeno generalizado
en gran parte del Caribe colombiano.
A
estas alturas de nuestra investigación, intentamos darle respuesta a un
interrogante que nos asaltaba desde el comienzo, por qué las fiestas de San
Agatón son mucho más relevantes, que las
de otros santos en Mamatoco, tal vez, como dice la señora Julia Duica,
simplemente por que “las fiestas de San Agatón eran de carnavales,”[57]
a lo que se suma Gabriel Pérez, “por que más entusiasmo tiene el santo del
carnaval que un santo que han nombrado de patrón; había más congregación, más
se acercaban los pueblos, circunvecinos a estas fiestas, por lo tanto tenemos
un fundamento.”[58] El señor Humberto
Avendaño, señala al respecto “como es una fiesta movible y como él era liberal,
por que así lo consideraba el pueblo, por su vestido rojo totalmente, esto
determinó que sus fiestas fueran en los carnavales.”[59] De lo anotado por estos tres informantes y lo
aportado por esta investigación en cuanto a las pruebas histórica y el estudio
iconográfico de la imagen de San Agatón, se colige que San Agatón, es el
patrono de los carnavales del Caribe colombiano, comparte panteón con los
dioses negros Baco, Momo y Arlequín, y por eso sus fiestas están por encima de
las de otros santos, y sobretodo es por eso que su celebración es movible,
tiene que serlo, por que, San Agatón y carnaval son la misma cosa, y una y otra
están íntimamente ligadas a otro rito religioso, de mayor importancia para el
mundo católico, la Semana
Santa, pues las fiestas de Agatón o sea la de los carnavales,
van de la mano, con ésta fecha, comienzan justamente cuarenta días antes de la Semana Santa, y al
terminar los carnavales, lo primero que se hace es ir a la iglesia, a expiar
las culpas, para que sean perdonados los pecados, y prepararse para la Semana Mayor.
Es
así, que los carnavales del Caribe colombiano, nacen con la celebración de San
Agatón, en Mamatoco, pues no es necesario ahondar en el tema de los carnavales
de Barranquilla, por que está plenamente comprobado que esta manifestación
cultural no es originaria del lugar, es el producto de un implante, a causa de
las migraciones que partieron de Santa Marta, y que se acentuó con fuerza en
Barranquilla, por situaciones de orden económico más favorables en ésta ciudad.
Pero debe quedar claro, que es con la celebración de San Agatón en Mamatoco,
que nacen los carnavales del Caribe colombiano, mismos que hoy son conocidos
mundialmente, gracias al esplendor que han tenido en Barranquilla, ciudad que
supo adoptarlos.
[1] BERMÚDEZ BERMÚDEZ, Arturo, Álbum Histórico de Santa Marta, Fondo
Editorial Universidad del Magdalena.2002, p.104-105.
[2] Los resguardos solían ser parte de las tierras que ocupaban los indios
desde tiempos inmemoriales, y fueron los excesos cometidos por los
conquistadores con la población indígena y la ocupación de sus tierras lo que
motivó a la Corona,
en el último cuarto del siglo XVI, a legislar sobre ellos y darles un régimen
jurídico. LUNA, Lola G. Resguardos Coloniales de Santa Marta y Cartagena y
Resistencia Indígena. Biblioteca Banco Popular, Editorial Presencia, Bogotá
1993. p. 21.
[3] Legua es una medida itineraria que en España es de 20.000 pies o 6.666
varas y dos tercias, equivalente a 5.572 metros y siete decímetros.
[4] LUNA, Lola. Op. Cit., p.105.
[5] Archivo Histórico del Magdalena Grande (A. H. M. G.). Fondo Notaría
Primera de Santa Marta, protocolo de 1874.
[6] ALARCÓN, José C. Compendio de Historia del Magdalena, Imprenta
Departamental, Barranquilla, Santa Marta 1962.
p.264-265.
[7] MARK, Eduard, Acuarelas de Mark. Banco de la República, Litografía
Arco, Bogotá Colombia. 1976, p. 225.
[8] CABRERA MARTÍNEZ, Rufina, fuente oral, conversaciones con el autor en
2005.
[9] BERMÚDEZ BERMÚDEZ, Arturo, Materiales Para la Historia de Santa Marta,
Editorial Kimpres Ltda. Santafé de Bogotá, D.C. octubre de 1997.p. 241.
[10] MARK, Eduardo, Op. Cit., p. 279.
[11] BERMÚDEZ BERMÚDEZ, Arturo. Op.Cit. p.72-73.
[12] DE LA ROSA,
José Nicolás. Floresta de la
Santa Iglesia Catedral de la ciudad y provincia de Santa
Marta. Biblioteca Banco Popular, volumen 74, Bogotá 1975. p.55.
[13] Ibíd., p. 56.
[14] FRIEDE, Juan. Documentos Inéditos para la Histórica de Colombia.
Academia Colombiana de Historia. TomoII, Bogotá. 1956. p. 346.
[15] GARCÍA BENÍTEZ, Luis, Reseña histórica de los obispos que han
regentado la diócesis de Santa Marta. Biblioteca de Histórica Nacional,
volumen, LXXXVI, Editorial Pax, Bogotá, 1953. p. 22.
[16] ARCILA ROBLEDO, Fray Gregorio, Apuntes históricos de la provincia
franciscana de Colombia, Bogotá Imprenta Nacional, 1953, p. 42-43.
[17] DE LA ROSA,
José Nicolás. Op. Cit., p. 80.
[18] ARCILA ROBLEDO, Fray Gregorio, Las Misiones Franciscanas en Colombia.
Imprenta Nacional, Bogotá. 1950, p. 130.
[19] Ibid., p. 131-132.
[20] Ibid., p. 132.
[21] Ibid., p. 132-133.
[22] Ibid., p. 135.
[23] Ibid., p. 134.
[24] Se refiere al año 1630.
[25] Los españoles llamaban el pecado nefando o acto nefando a la sodomía,
palabra que viene de Sodoma, antigua ciudad de Palestina, donde se practicaba
todo género de vicios torpes, pero en este caso la palabra aplica al concúbito
entre varones.
[26] ARCILA ROBLEDO, Fray Gregorio. Op. Cit. p. 135.
[27] Ibíd. , p.134.
[28] NÚÑEZ, Rafael. Fuente oral, conversaciones, Mamatoco, 2006.
[29] CAMPO AMARÍS, Roque y MENDOZA
GUTIERREZ, Gilberto, Mamatoco, historia oculta de una comunidad olvidada,
monografía, fotocopias, Biblioteca de Mamatoco, p. 141.0
[30] Ibid., p. 153.
[31] Habla en plural de los santos, por que se trata de la desaparición de
San Agatón y San Jerónimo
[33] Ibid., p. 103.
[34] HERNÁNDEZ OSPINO, William. Diócesis de Santa Marta, Índice del Archivo Histórico siglo XX. Santa
Marta 15 de noviembre de 2000. p. 50.
[35] Archivo Histórico Eclesiástico de la Antigua provincia de Santa
Marta. Boletín Eclesiástico. Tomo 55A Rollo 14. p.328.
[36] CAMPO AMARÍS, Roque y MENDOZA
GUTIERREZ, Op. Cit. p.107.
[37] Ibid., p. 65.
[38] CABRERA MARTÍNEZ, Rufina, fuente oral, conversaciones con el autor en
2005.
[39] CABRERA MARTÍNEZ, Carolina, fuente oral, conversaciones con el autor
en 2005.
[40] CAMPO AMARÍS, Roque y MENDOZA
GUTIERREZ, Op. Cit. p.103.
[41] CABRERA MARTÍNEZ, Rufina, fuente oral, conversaciones con el autor en
2005.
[42] JOSE ISABEL, fuente oral, pueblo de Taganga. Entrevista con el autor
en 2003.
[43] PALLARES, Luisa. Fuente oral, conversaciones con el autor en 1999.
[44] NÉÑEZ, Elvira. Fuente oral, conversaciones con el autor en 2000.
[45] MARTÍNEZ, Agustina. Fuente oral, conversaciones con el autor en 2003.
[46] MARTÍNEZ, Cesar. Fuente oral, conversaciones con el autor, 2003.
[47] Ibid.
[48] Ibid.
[49] GALLO, José María. Fuente oral, conversaciones con el autor, en 2003.
[50] Enciclopedia Universal Ilustrada Europea Americana – Espasa – Calpe S.
A. Madrid – Barcelona, 24 FLAN, P. 1013.
[51] CORRALES, Manuel Ezequiel, Efemérides y anales del Estado de Bolívar.
(selección de textos). Fondo Editorial de Bolívar Grande, un proyecto de la
gobernación de Bolívar. P. 269.
[52] Ibid., Op. Cit, p. 452.
[53] Enciclopedia Universal Ilustrada Europea Americana – Espasa – Calpe S.
A. Madrid – Barcelona, 3 AE, ALAN, p. 297
[54] CABRERA MARTÍNEZ, Rufina, fuente oral, conversaciones con el autor en
2005.
[55] CAMPO AMARÍS, Roque y MENDOZA
GUTIERREZ, Op. Cit. p.103.
[56] Archivo Histórico Eclesiástico de la Antigua provincia de Santa
Marta. Tomo 128, p. 96.
[57] CAMPO AMARÍS, Roque y MENDOZA
GUTIERREZ, Op. Cit, p. 105.
[58] Ibid.
[59] Ibid., p. 157.
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